Scarlett y el rock Gestalt


Jesus & Mary Chain le hizo cantar Just Like Honey.
El títular que he leído recientemente en una columna del diario El País es fenomenal: “Scarlett y el pubis”. Este encabezado cuenta con los ingredientes que el periodismo de ayer, hoy y siempre ensalzarán (aunque su mundillo no lo reconozca en medio de las aplastantes evidencias del día a día): sensacionalismo y morbo... Vamos, “audacia”, como dirían mis colegas. Eso sí, aquella falta de autocrítica y de exceso de autoindulgencia entre quienes manejan la información me parece normal pues, total, a nadie le gusta reconocer que le huelen mal los pies sino, más bien, señalar a los otros.

Con respecto a la columna que me estoy refiriendo, el escritor y periodista Vicente Verdú (un peso pesado alguna vez encargado de las secciones de Opinión y de Cultura del más prestigioso medio editado en castellano) escribe que las ahora célebres fotos robadas a la actriz Scarlett Johansson tienen su encanto más que en el cuerpo de la susodicha, en el “entorno”. Es decir, en aquel espacio íntimo donde ella duerme, se limpia y come. Sinceramente, su reflexión se me hace estéticamente interesante (porque es bonito cómo él plantea y organiza sus argumentos en el texto), pero, hombre: cuando uno ve las fotos, aquel contexto es poco menos que anodino. Sin información alguna... en fin, cada quién se excita con lo que quiere.

En la columna de opinión de Verdú, la distancia entre el análisis y el objeto analizado es tanta que, cuando me fui a dormir luego de leerla, lo hice con el convencimiento de que había leído el texto de una mujer, la actriz Maribel Verdú quien, según yo, estaba incursionando en el periodismo. “No está mal para una principiante”, pensé, “pero cometió el error de tantas personas de asumir que, si a ella le gusta así y debido a esos motivos, le tiene que gustar así y por aquellos motivos a todo el mundo”.

Hay gente que se excitó con la decoración de su baño.
Digo esto porque nunca he dejado de flipar cuando escucho a una mujer pontificar sobre lo que, supuestamente, más atrae a los hombres de las mujeres (es decir, ellas juran saber mejor que un hombre lo que más les gusta a ellos de una mujer). Yo siempre me quedo callado con una sonrisa maquiavélica cuando escucho estos comentarios, porque ya me cansé en la adolescencia de refutar a mis amigas del colegio, hermana, primas y mamá. Total, da igual lo que piensen ellas sobre este tema específico.

Mientras me acurrucaba en la cama luego de leer la columna Scarlett y el pubis, quise entrar en el juego 'intelectual' propuesto por Verdú y me puse a pensar en, técnicamente, qué pueden tener de distintas estas fotos; tratando de alejar un poco un aspecto más contextual como la expectación que puede causar una foto robada... ¡Es decir, lo prohibido!

Así que, concentrándonos en lo técnico, se puede decir que, con respecto a los altos estándares de calidad ahora manejados, las fotos no tienen una buena resolución. En nuestros días, a determinado tamaño, todos exigimos la cantidad de píxeles adecuada. Más bien, la poco luz que en las fotos conspira contra la nitidez anhelada, y ese “grano” digital en las fotos que no permite ver los 'poros' de los pezones de la actriz ni detalles en la piel de su trasero, dispara en nuestro cerebro aquella innata capacidad para completar imágenes. 

Es decir, teoría de la Gestalt; en concreto, el 'principio de continuidad', donde nuestro cerebro va dando forma completa a lo incompleto. En este caso, en rellenar esos píxeles con nuestra imaginación para lograr la resolución que tanto reclamamos los hijos del hiperrealismo. Subjetividad mental pura al servicio de nuestros órganos y deseos más primitivos a través del ordenador.

Aquella estimulación, en sí, ya es reconfortante para el cerebro, y suele estar asociada con nuestra capacidad de imaginación, como ya lo han hecho notar hace siglos los grandes filósofos precursores de la Gestalt. Imaginar, desde un árbol alejado 25 metros, cómo es ese cuerpo que se desnuda en medio de tinieblas incompletas, se asemeja a la 'imaginación' que se debe aplicar en medio de la selva para distinguir al animal que se mueve en la penumbra y proceder a su captura o no; entre otras herramientas de supervivencia ancladas en el cerebro.

Mientras pensaba todo ello, me fue dando más sueño y, a la vez, más ganas de no buscarle tres pies al gato y recordar cómo en el reciente post de un contacto de Facebook se había linkeado la canción Vigilance, del grupo inglés Magazine (título coincidente con nuestra vocación vigilante de 'little brother' siempre espiando al 'big brother'; en este caso, 'big sister')

Che, Waits, ¿Por qué lo hiciste?
En aquel post, los comentarios pasaron del rock al culo de Scarlett (literalmente). Hasta se intercambiaron fotos... Alguien, medio en broma, pidió más respeto para el grupo de rock Magazine, pero luego se replicó que, si hasta los ruidosos y antipáticos Jesus & Mary Chain fueron capaces de hacerla subir a su escenario para destruir una canción de ellos poniéndola dizque de corista, ¿por qué unos melómanos no podían desviarse de sus apreciaciones musicales? 

Luego, en el mismo post, vinieron los recuerdos del antiglamoroso Tom Waits, que le cedió todas sus canciones para que las versionara en virtud a quién sabe qué méritos musicales de la diva (no es broma, para quien no lo sepa); además de otros hitos rockeros bien detallados en la Wikipedia de la fugaz pareja de Sean Penn.

Aquella utilización de mis neuronas, que es mi equivalente a contar ovejas durante las noches y así pillar sueño (en el 5% de los casos pienso cosas interesantes, y he ahí, y solo ahí, que asoma el insomnio) no fue del todo en vano. Pensé que, si escribía esto en mi blog y colgaba las fotos prohibidas, pues obtendría varias visitas. ¡Venga, pues! Total, yo creo que Scarlett quería difundir estas fotos. No las veo naturales. Eso sí, el titular debía ser “Scarlett y el rock Gestalt” y no “Scarlett y sus melones” o algo por el estilo, que mientras yo no trabaje oficialmente en un medio, no tengo necesidad de vender ni melones ni mangos. Aunque claro, soy sensacionalista colgando las fotos aludidas, así sea solo para comprobar cuánto se pueden incrementar las visitas a esta página. Las imágenes no son nada del otro mundo... ¿O sí?

Francisco Estrada. Barcelona, 19 de septiembre de 2011.

El duende del Sr. de Sipán

Ella miró una estrella fugaz (o tal vez un insecto luminoso).
La incertidumbre no me permitió tomar aquella visión como una señal,
pues, que yo sepa, es con los cuerpos celestes que siempre
intentamos descifrarnos.

A esas horas de la noche, la Luna aún no se decidía
si ser más cuarto creciente o llena,
pero por su posición, al igual que la Plaza de Cibeles,
terminaba escondida de nuestra vista a pesar de su inevitable evidencia.
Como fondo musical, sonaban las copas de quienes brindaban.
Unánime noche”, recordé a Borges.
¡Cuántas estrellas en esta noche!”, desde mi mortalidad.

Al leer “Morente” en la lista, dije “Morente”.
Y la única opción era Omega, la última letra del alfabeto,
que podía significar el fin, “como el fin de este viaje”
(citando a otro argentino)
o “se acabó”, otra vez yo.

Me dijo mi madre que, si no escuchaba flamenco
en Sevilla, prometía torturarme con cartas llenas
de faltas de ortografía durante todo un mes...
Pues ahora tendrá que ser ella Gabriela Mistral,
a pesar de que fue en Madrid donde contacté con esa música negra
y no en Sevilla.

Licuados estaban Morente,
Lagartiga Nick, Leonard Cohen
y el querido Federico García Lorca;
el más flamenco de los flamencos,
quien encumbró a un viejo guitarrista
para escribir que “el duende sube por dentro
desde la planta de los pies”.

Si el duende lorquiano es aquel que
le da vidilla a la muerte en España,
del mismo modo, en sepulturas llenas de oro
y conchas spondylus,
se entiende que los nobles mochicas hoy enterrados
quisieran desde la majestuosidad colorear el paso al más allá.

Preguntándome si eras bailarina
colombiana o, si acaso, trajeras
esmeraldas de esas tierras,
gracias al duende flamenco,
y sin necesidad de oro o piedras a mi alrededor,
fui por una noche el Sr. de Sipán que,
desvestido por los ángeles en la Puerta de Toledo,
sintió ese misterio que ningún filósofo explica;
ni Goethe citado por Lorca.

Francisco Estrada. Barcelona, 12 de septiembre de 2011

Reimond Manco

Con este reggaetonero, 
Perú jugaría como Perú (foto: Rubén Grández).
¿Dónde está nuestro César Cueto del nuevo siglo? ¿El equivalente al finisecular 'Chorrillano' Palacios? ¿El Julio César Uribe de la hiperpostmodernidad? ¿El Teófilo Cubillas en versión digital? Hagamos memoria: inclusive en los peores momentos del fútbol peruano, siempre hemos tenido excelentes mediocampistas ofensivos que, entorno a un '10', ofrecían el espectáculo que tanto se reclama desde las graderías peruanas. Por ello, vuelvo a preguntar: ¿Dónde está nuestro '10'? Siempre lo hemos tenido... ¿Y ahora? ¿Nos hemos vuelto Chile, México o Paraguay? ¿Qué ha pasado?

Sé que Reimond Manco es en el imaginario popular peruano algo así como un leproso, aquella figura que, aunque nadie lo quiera admitir, causa tanto repudio por ser un fiel reflejo de muchos peruanos. Y estoy convencido de que el odio hacia él es directamente proporcional a la identificación que se tiene con él.

Curioso, entro a foros de Internet (deliciosa herramienta para análisis sociológicos) para averiguar qué dicen los peruanos sobre sobre él, y los adjetivos que más se le endilgan son “cholo”, “borracho” y “juerguero”. Me pregunto cuántos de esos peruanos no son eso que tanto señalan y critican.

El Perú, país que a través de su historia ha perdido muchas oportunidades para insertarse en las grandes ligas de las economías desarrolladas, tiene, precisamente, el trauma de las “oportunidades perdidas a pesar de...”. Nos damos de cabeza contra los pupitres mientras leemos los libros de historia preguntándonos por qué la cagaron los peruanos de antes. Salimos a la calle, y leemos otra vez en los periódicos de los kioskos cómo la seguimos cagando.

: (
Un ejemplo: hace unos meses, a pesar de esa mezcla de espectacular crecimiento económico y de galopantes conflictos sociales producto de la desigualdad, los peruanos estuvimos a punto de arruinarlo todo apoyando candidaturas surrealistas. Y en esto caímos todas las clases sociales. No se puede saber quiénes fueron más brutos, si los pobres o los ricos. Al final, una especie de pacto ético-social parece habernos dado algo de respiro con el actual presidente, pero nada está dicho aún.

Y ni hablar de las historias que contamos en nuestro imaginario popular-familiar: desde el ex jugador del FC Barcelona, 'Cholo' Sotil, hasta el cuñado que perdió su oportunidad. Por eso, cuando en las eliminatorias y en el Mundial Sub 17 del año 2007 apareció Reimond Manco como promesa de jugador excepcional, nadie fue capaz de pensar siquiera “ojalá no se malogre” sino “se malogrará”. Y ante semejante expectativa, Reimond no defraudó, pues, en efecto, se malogró.

Después de analizar el partido del viernes último entre Perú y Bolivia, no solo quedé sorprendido por el vértigo con que Perú atacaba (recordándome a la era Oblitas) y sus dos errores infantiles en defensa (las únicas dos llegadas de Bolivia culminaron en gol). Lo que más me impresionó es ver un mediocampo que parecía inglés: sirviendo de mero “rebote” para que la pelota pasara al área enemiga con apenas un toque de balón. No me parece mal. Inclusive, me causó buena impresión Rinaldo Cruzado, un jugador de exquisita pegada y visión que me recuerda (no me importa que me lluevan las críticas) al mejor Beckham (¿a todo esto, cuál es el primer nombre de Beckham?).

Luego de pensar en este inédito mediocampo incaico, pude ubicar en mi memoria al '10' peruano. Fui a Youtube y lo confirmé. Ese jugador que ahora parece de 40 años (siete ex equipos de fútbol, casado, divorciado, 'secuestrado' y en la banca rota a pesar de tener apenas 21 años; según recuerda en un nota el diario El Comercio) es nuestro '10'. Aquel que, como Zinedine Zidane, no solo abastecería a los delanteros sino que, en base a técnica imprimiría respeto frente a los rivales (a nadie le gusta terminar sentado de culo por haber sido víctima de una buena finta).

¿Indulto para Manco? Si mi relación fuera con él personal (o sea, mi novio), pues no. Si yo fuera el director técnico del Perú, Sergio Markarián, pues ni idea porque no sé cómo manejar vestuarios. Solo sé que el técnico de la selección decidirá mejor que cualquiera. A mi modo de ver, Reimond Manco seguirá castigado no solo porque es el cordero degollado que necesitaba ser sacrificado en honor a la traumatizada afición y prensa peruana (sorry, cholito) sino porque solo un golpe fuerte podría enseñarle al díscolo jugador. Él ya demostró que, fuera de la cancha, le cuesta aprender, así que, caballero, a seguir viendo los partidos por la TV y preguntarse: “Qué hubiera pasado si...”. Oportunidad perdida. Cambio y fuera.

Francisco Estrada. Barcelona, 5 de septiembre de 2011

Comentario de Youtube:
"digan lo q digan pero hasta ahora no veo a POLO CARRILLO HURTADO SOTO BAZAN RUYDIAZ MIMBELA GAMBETEAR!! COMO LO ASE ESTE CHIBOLO hasta ahora no e visto algun chibolo aser los driblins de este JUERGUERO Y CREIDO DE m..."

“Es una selección muy personal que no pretende enseñar nada”

Su caricatura con 30 años menos (foto: Pedro Strukelj).
El escritor mexicano Carlos Fuentes presentó en Casa Amèrica Catalunya su más reciente libro La gran novela latinoamericana (Alfaguara, 2011), una recopilación crítica donde el autor solo se refiere a las novelas que le “gustan”.

Acostumbrado a las polémicas y con muchas décadas respaldándolo como uno de los mejores escritores en habla hispana, es difícil creer que el escritor Carlos Fuentes (Panamá, 1928) haya querido rehuir responsabilidades al repetir una y otra vez que su nuevo libro, La gran novela Latinomericana, es un trabajo muy íntimo.

Por eso hay que creerle la intención. “Es una selección muy personal que no pretende enseñar nada”, enfatizaba este viernes en una rueda de prensa. Sin embargo, aquella modestia solipcista del autor de La muerte de Artemio Cruz se fue haciendo añicos conforme éste iba dando referencias históricas y técnicas para sustentar cada una de sus elecciones y opiniones.

Peor que hablen mal, es que no hablen
Carlos Fuentes no puede evitar soltar una sonrisa maliciosa cuando se le pregunta por las ausencias en su antología, que en algunos países ya están levantando ampollas. Acto seguido, sabiendo que el silencio puede ser más lapidario que una opinión, se niega a contestar por aquellas omisiones.

En su ambiciosa La gran novela latinoamericana, Fuentes inicia con un primer capítulo titulado 'Advertencia preibérica', donde explica que no pretende soslayar la gran riqueza oral latinoamericana previa a la conquista europea, debido a su importancia en el momento de forjar una cultura e identidad distinta a la europea.

La gesta del idioma castellano en forma de novela, desde el río Bravo hasta la Patagonia, tiene muchas esencias que se mezclan. Es por esa razón que en este compendio aparece el escritor catalán Juan Goytisolo. “Hay más escritores que podría incluir, que están muy próximos a América Latina por su vinculación con el mundo árabe, que es parte de nuestra cultura. Y Goytisolo ha traducido mejor que nadie a la literatura el mundo árabe”, dice sobre el autor de Las virtudes del pájaro solitario. “La literatura latinoamericana tiene una amplitud mayor; europea y mediterránea. Por eso también hay un capítulo a Nélida Piñón”, añade.

Ocaso y luz
En esta mezcla de historia y de literatura, donde no deja de estar presente la política, Fuentes arroja luces sobre la baja calidad de la literatura latinoamericana en el siglo XIX. Un ejemplo de estas influencias recíprocas es la animadversión que se generó contra España durante las gestas emancipadoras, y que culminaron con la independencia de los países de la región.

Se abandonó así toda la tradición literaria proveniente de La Mancha, adoptándose los modelos franceses o británicos del siglo XIX, lo que produjo novelas muy malas, aunque con títulos muy buenos como Monja, casada, virgen y mártir”, afirmó con ironía.

Para Fuentes, en este oscuro periodo, solo se salva la novela del escritor brasileño Joaquim María Machado de Assis, Las memorias póstumas de Blas Cubas, pues, paradójicamente, desde el idioma portugués, él sí tomó la tradición de Cervantes, que en Latinoamérica era escolarmente homenajeada, más no tomada en cuenta por los escritores de la región.

Las referencias al 'boom', 'boomerang', 'miniboom', 'cracks' y demás etiquetas no son dejadas de lado en el análisis, que también se refirió a la actualidad: “Hay una diversidad enorme, y la literatura latinoamericana me parece inclasificable en estos momentos. No se puede meter en un mismo saco a Jorge Volpi y Arturo Fontaine". 

Con Antoni Traveria, de CAC, y Pilar Reyes, de Alfaguara.
Sobre aquella mitológica relación entre el escritor latinoamericano y la política, Fuentes afirmó que hoy en día no es tan necesaria como hace 60 años, pues los distintos mecanismos propios de las democracias y de las nuevas tecnologías permiten la participación de sectores de la población que antes se encontraban enmudecidos en medio de latifundios y dictadores.

Fuentes, de la escuela clásica, no pudo evitar referirse a la actual situación de su país, cincelada a partir del auge de la violencia en las zonas fronterizas. Él, que es parte del comité encabezado por los ex presidentes Ernesto Zedillo, Henrique Cardoso y César Gaviria (que están a favor de la despenalización de la droga, entre otras estrategias para derrotar a la violencia del narcotráfico), propone soluciones paulatinas y no de guerras frontales como las actuales, que solo han traído más muertes.

La actual ola de descontento global, Fuentes la relaciona con la generación 'ni ni' de su país que, al igual que la española, “ni estudia ni trabaja”. “Cuando yo nací, habían 20 millones de mexicanos, actualmente somos 110 millones. El gobierno y el sector privado tienen que abrir las puertas a nuevos pensamientos, a la gente joven antes de que sea demasiado tarde”, alegó, pues el rumbo que se está tomando en estos días, en medio del imperio del narcotráfico, es incierto.

Tratándose de, en esencia, un escritor (a pesar de sus licenciaturas en leyes y economía), se refirió finalmente a su labor como escritor, algo que le cambió el semblante de preocupación por uno de satisfacción: “Antes de acostarme, escribo en un papel lo que redactaré al día siguiente... pero cuando me despierto, escribo cosas que me sorprenden y no sé de dónde salen: personajes que aparecen de pronto y nunca había planificado, diálogos en los que nunca pensé... ¡Ese es el misterio y la gloria de crear! 

Francisco Estrada, Barcelona 2 de septiembre de 2011