Mi horario en el Primavera Sound 2012

Tranquilo, Lee, te veré completo y sin angustias.
La última vez que tuve la infausta idea de seguir a la peña en un Primavera Sound (el del año pasado, en 2011), vimos tres grupos en solo hora y media... ¡Qué asco!

Obviamente, no vimos cómo empezaba ni terminaba ningún concierto... Además que dos de ellos los vimos desde la distancia del gallinero. Así que lección aprendida: en los festivales me muevo solo. ¡A la peña dile no! Total, para quedar, hay más de 300 días en el año, y puede ser en la playa, en el campo... ¿Pero para elegir juntos qué conciertos ver? Lo siento, eso no puedo.

Y si por ahí alguien quiere encontrarse conmigo (cosa que no creo), pues aquí le dejo mi horario. Ojo: estaré en primera fila. Y si no, igual lo habré intentado con todas mis fuerzas de boxeador latino frustrado. Algunas cosas se cruzan en este horario, pero decidiré en el momento. También es muy probable que no escuche a I Break Horses, pues me seduce la idea de esperar a The Cure con tres horas de anticipación (botellitas de agua y bocadillo de atún escondidos en mi entrepierna). Por último, un detalle íntimo del festival: recibiré mi cumpleaños escuchando a Hype Williams... De todas formas, no será la celebración oficial... Así que si me quieren dejar solo, ya saben que igual seré feliz. ¡Ah! Y no es que no los quiera... es que quiero escuchar música, y bien.

Ahora sí podré verlos con buen rollito.

Apreciaciones al vuelo sobre “Le débat” Sarkozy-Hollande


Imagen del blog L'Express.
En el debate transmitido ayer por la televisión francesa, fueron muchos los datos técnicos que ya habán sido expuestos y debatidos hasta el hartazgo. Por ello, la novedad era la forma en que estos iban a ser presentados. Aquí, un resumen muy superficial (es decir, lo más importante) del duelo entre Nicolas Sarkozy y Françoise Hollande por la presidencia de la quinta economía del mundo.

Luces, cámaras... ¡Acción!
La luz escénica y el maquillaje terminaron mostrando a un Sarkozy amarillento (viejo, cansado, estresado) frente a un Hollande de mejillas rosadas (vital, fresco, alegre). Dado que ambos poseen un color de piel parecido, más allá de los matices propios de cada quién, resulta obvio que los encargados de la imagen del aún presidente francés fallaron estrepitosamente en ese aspecto; a menos de que en el plató de televisión alguien haya, tendenciosamente, colocado una gelatina amarilla sobre la luz principal de Sarkozy. Por momentos, el 'Kärcher' parecía un muerto.

El desplazamiento escénico de Sarkozy, siempre grandilocuente y con su típico tic nervioso (ese movimiento de cobra donde parece que se está acomodando la corbata... pero sin usar las manos), contrastó enormemente con un Hollande que se mantuvo prácticamente estático desde el cuello hasta los pies. Con el mentón en alto y el vientre bien pegado a la mesa, Hollande miraba de arriba hacia abajo a su oponente, quien con la cabeza hundidad entre los hombros y bien alejado de la mesa, observaba a aquella esfinge que, con ferocidad y economía de movimientos, le mostraba los dientes cada vez que discutía con él.

¿Una rápida lectura del uso del cuerpo? Un Sarkozy errático y perdiendo la brújula (lo que él antes le reprochó a Ségolène Royale en el debate presidencial entre ambos), y, por otro lado, un Hollande con total control de sí mismo que, al dejar su cuerpo estático, dio la impresión de ser una fortaleza inexpugnable que lanzaba fulminantes piedras a su desesperado contrincante.

Personalmente, por mi desconocimiento de Hollande como polemista (pues solo lo he visto en fotos... y con el apodo de 'Flamby', o sea 'Flancito'), me sorprendió verlo actuar con tanta ferocidad frente a quien, se supone, iba a ser el chico malo de la noche (el 'Kärcher'). Por ello mismo, no puedo saber si Sarkozy también estaba desconcertado con la agresividad de su rival.

La jugada de ajedrez (o de laboratorio, como se dice en el fútbol) la presenciamos al final, cuando Sarkozy le quiso echar en cara a Hollande la conducta sexual del 'socialista' Dominique Strauss-Kahn. Aquel era un dardo previsible, y en los gabinetes de comunicación siempre se barajan aquellos dardos y su eventual respuesta.

Sarkozy, al final del debate, sabía que ya no tenía nada que perder (estaba claro que había sido vapuleado en la mayor parte del encuentro), así que se arriesgó (imposible que un político tan curtido como Sarkozy no previera que su rival tenía una respuesta para ese eventual ataque).

¿Qué le respondió Hollande? Con gesto compungido y, moviendo la cabeza con reprobación, dijo en tono ofendido: “me temía que, en algún momento, usted mencionaría eso”, dando a entender como segunda lectura “de usted me podía esperar cualquier bajeza”. Acto seguido, abrió los ojos con una sonrisa maliciosa y le espetó a Sarkozy: “Yo no conocía su vida privada (la de Strauss-Kahn). ¿La conocía usted? ¿Investiga usted la vida privada de sus colaboradores? Yo no. Usted lo apoyó para dirigir el FMI". Sarkozy agachó la cabeza, entrándole un sable imaginario por la nuca al haber tratado de embestir por última vez a quien lo estuvo toreando durante todo el debate. Desde aquel momento, los televidentes supimos que la República Francesa ya tenía nuevo presidente.

Francisco Estrada. Barcelona, 3 de mayo de 2012.