Cuatro 'cruces' del Primavera Sound 2012


Las hamburguesas del Primavera Sound. (Foto: Judith Belmonte).
Una pequeña selección de los grupos que, inevitablemente (doscientos en tres días), se cruzaron en uno de los mejores festivales de música del mundo.

 1. Spiritualized-Wolves in The Throne Room
Si bien el universo que Jason Pierce dibuja en sus pentagramas es uno de drogas psicodélicas, éste es coloreado como una tortuosa, pero, a la vez, placentera vía hacia el Cielo. Y no cualquier cielo, pues Pierce se refiere al Paraíso de los cristianos. Es por ello que Spiritualized se suele regocijar con la estética sonora que alude directamente a la cristiandad moderna: desde los rasgueos típicos de misa dominguera en las guitarras hasta los sonidos de órganos de iglesia afroamericana (órganos de jazz, más no de grandes tubos barrocos europeos).

Aquella noche del jueves 31 de mayo, en el Fórum, el también llamado J. Spaceman, se hizo acompañar de dos cantantes negras muy bien nutridas, lo que elevó aún más espiritualmente su sonido. Fue bello, como diría mi mamá. Pero a la vez inmoral, como diría mi tía (las negras, de vez en cuando, tenían que taparse los oídos con los acoples de guitarra y ruidos que, adrede, surgían dentro del escenario). ¿Por qué no me quedé todo el concierto? Me moría de frío y debía regresar a casa... No sabía que correría tanto viento en la madrugada y había olvidado alguna prenda con la cual abrigarme.

Ya en el camino de regreso, pero aún dentro del Fórum, una amiga que me acompañaba me sugirió “ver” qué era lo que sonaba en el escenario ATP, y al asomarnos nos encontramos con Wolves in The Throne Room. Al principio, me descoloqué por completo, pues sabía que era un grupo de metal el que debía estar ahí, pero lo pillé en un momento en que, tranquilamente, podía ser My Bloody Valentine en un arrebato guitarrero de aquellos. ¡Juro que, en ese momento, yo estaba escuchando post rock de los noventa!

Y claro, no me cuadraba la guitarra de dos puntas, los pelos largos y dando vueltas como en el vídeo One, de Metallica, y esa alusión directa al misticismo del otro lado, que no es precisamente el del Cielo católico. Quedé tan fascinado por ellos como por Spiritualized, aunque en vez de mirar al Cielo, los 'lobos del trono' estuvieran apuntando hacia las profundidades (no puedo decir que hacia el Infierno, pues el lugar que ellos proponían era más bien fresquito y muy elegante... no como los churriguerescos cuadros con los que se suele representar el reino de las tinieblas).

La voz de Nathan Weaver era la típica del género: black metal puro. Un duende maligno cantando en medio de un mar de distorsión sincopada. Y el frío que se le colaba a uno por los poros (más allá de que la noche haya tenido baja temperatura) era por los aires escandinavos que los lobos del trono impregnaban a su música.

Anteriormente, ya había escuchado black metal en vivo en Perú, pero con un sonido penoso, la verdad. En cambio, en esta ocasión, poder escuchar black metal con un sonido que podía competir con el de cualquier megaestrella del pop, me permitió percibir adecuadamente su propuesta musical y sentirme turbado en el sentido de que, tal vez, por lo menos musicalmente, ambos caminos religiosos o místicos parecían conducir al mismo sitio... en caso se pueda llegar a estos lugares a través de la música. ¿Será que sí? ¿O pura paja mental? Ying-Yang, dirían en Oriente.

 Wolves in the Trone Room en el escenario ATP.

2. The Cure-M83
La experiencia The Cure en el Primavera Sound fue como la de hacer el amor con la persona que amas cuatro veces seguidas, pero sabiendo que tres veces seguidas ya te cuestan mucho... Es decir, ¿cómo negarse? Pero, a la vez, qué palizón, tío. No repetiré lo que se ha escrito en todas las crónicas (que el grupo liderado por Robert Smith sigue tan vigente y contundente como hace 30 años), pero sí ofreceré detalles superfluos, como el haberme sentido literalmente exprimido después de su recital. Tranquilamente, pudieron haberme sacado en camilla de ahí (estuve en segunda fila y, anteriormente, soplándome a Rufus Wainwright and his Band).

Si bien en el Primavera Sound los grupos no exceden la hora programada, los británicos la excedieron multiplicando por tres (200%, ¿no?). Lo agotador de su performance no solo se debió al tiempo transcurrido sino a una carrera musical repleta de picos altos, manteniendo a su público en un éxtasis de tres horas. Como detalle, basta con mencionar que me quedaron doliendo las mejillas de tanto haber estado sonriendo. Y que, a pesar de las más de dos horas de diferencia con el concierto de M83, The Cure terminó cruzando su programación con esta otra banda.

Los británicos parecían muy apurados por tocar la mayor cantidad de canciones posibles, aparte de los temas obligados (A Forest y compañía). Y si no estoy mal, su verdadero 'vacilón' consiste en tocar los temas que nunca les piden en los conciertos. Por ello, a veces salen sorpresas, como la de aquella canción que nunca pensé que podría experimentar en vivo, pues a pesar de ser una de mis preferidas, no recuerdo haberla visto en algún compilatorio de concierto de The Cure: Bananafishbones. ¡Soberbio! Con Robert Smith tocando esa armónica como enajenado, ya me sentía totalmente satisfecho... En resumen, un concierto con una estructura similar al Trilogy, pero aderezado con los temas que una ciudad como Barcelona requiere (según Robert, su ciudad preferida en Europa).

El quinto miembro de The Cure fue, en este ocasión, el gran Reeves Gabrels (ex Bowie). Robert Smith no podía dejar de sonreír cada vez que éste ejecutaba los solos de The Cure (Gabrels es, para muchos, uno de los más grandes improvisadores de la historia del rock, ubicado en un panteón junto al mismísimo Hendrix). El momento cumbre de Gabrels fue Wrong Number, solo de guitarra que él originalmente grabó para The Cure.

Cuando acabó el concierto, me fui de ahí arrastrando los pies y sintiéndome sin energía alguna, y muy miserable, hacia M83. Mis sentidos estaban realmente agotados, y por esa razón no puedo ofrecer una apreciación 'objetiva' sobre ellos. La verdad es que cualquier cosa que diga sobre los franceses puede estar condicionada por mi lamentable estado físico post-Cure.

Y es que, a pesar de que M83 fue muy alabado tanto en la prensa como dentro del mismo festival, lo que yo sentí fue un sonido 'grabado' sin los altibajos y el brillo propios de un sonido en vivo... Los franceses tocaron con músicos de carne y hueso, pero no entiendo por qué sonaron como 'playback'. Le pregunté sobre ello a una amiga, y me dijo que sintió lo mismo: parecía que habían apretado 'play' y ya está.

Supongo que esto se debió a que, en su consola de sonido, prefirieron un sonido que imitara al máximo la propuesta del disco... Utilizando unos compresores que terminaron uniformando los instrumentos hasta dejarlos prácticamente planos (o “perfectos”, según el criterio del sonidista en cuestión). Lo mismo le pasó al otro día a Neon Indian, que, en su caso, sí provocó cuestionamientos desde la platea (muy fresa su performance, además). Mención aparte para las luces de M83: las más espectaculares del festival, pero rozando la estética Walt Disney World. O sea, no me gustó. Pero ojo, yo estaba muy deteriorado físicamente, así que cualquier percepción mía pudo haber estado condicionada por ello.

 Jason Pierce embelleciendo aun más la primavera.

3. Main-The Rapture
Tenía mucho interés en escuchar a Main por los pergaminos de sus integrantes y las pocas grabaciones que había escuchado de ellos y porque, si bien The Rapture se presentaba a la vez, los últimos trabajos de los estadounidenses me parecían carentes de brújula (sin poder 'chuntarla' como en sus primeros discos).

Por ello, me dirigí al escenario ATP, donde Main decidió ofrecer un trabajo inédito con sus sintetizadores. La intención fue de lujo, la verdad. Así que, armados de sintetizadores virtuales (es decir, en las pantallas de sus portátiles) y una miniconsola (o sintetizador, no pude ver bien) para cada uno, se lanzaron al ruedo.

El reto no fue poca cosa, pues los señores decidieron pasar por completo de una de las características fundamentales del sonido: la duración (el tiempo). Y en reducir a lo mínimo (hasta hacerla ya demasiado sutil) la intervención de otra característica básica: el tono. Así que, colocando por encima de todo al timbre y la intensidad como ingredientes principales de la sesión, comenzaron a ofrecer su muy particular versión de la música (no son los únicos en el mundo en hacer eso, pero en el Primavera Sound, tal vez sí lo fueron).

Para quienes no dominan mucho de teoría musical, explicaré un poco mejor la intención de Main. Es como si, aquella noche, John Coltrane hubiera decidido soplar ininterrumpidamente con su saxo sin pausas ni silencios: “tuuuuuuuuuuuuuu”. Así, sin parar durante toda la noche, y que su única preocupación haya sido en cómo sacarle sonidos (timbres) a su saxo. Y de vez en cuando (solo de vez en cuando), jugar con la intensidad (volumen) de su saxo.

¿Cuánto tiempo creen que el gran Coltrane hubiera podido durar en esa faena sin aburrir a su público? Pues muy poco. Aunque, claro, como en la viña del señor hay de todo, no hubieran faltado los más hinchas de Coltrane (por definición, a los que paradójicamente menos les interesa la música sino la pose), que habrían aguantado semejante plomazo. Como es de suponer, Main no salió musicalmente airoso del reto, pues a los pocos minutos empezó a repetirse y repetirse... ¡Y no tenía opción! Supongo que, para darle unidad a su propuesta y no terminar haciendo una presentación 'comercial' de sus sintetizadores, no quiso permitirse salir de un rango de timbres específico. Mención aparte: su diseño de luces fue el mejor del festival. Tal vez en la segunda mitad del concierto todo cambió... Algo que seguro dirán los cuatro gatos que se quedaron ahí (ya, cuñao).

Por eso me fui a escuchar a The Rapture, que estaba en plena House of Jealous Lovers, y recordé aquella frase de “pasar de ver pelis porno a tener novia”. No había duda: Main era para empollones (o gente “exquisita”, aunque ya demasiado exquisita, pues). The Rapture, en cambio, era más para quienes, de vez en cuando, les gusta sacar los ojos de la pantalla del ordenador (o del libro) y mover el culo con buena música. Y no solo con buena música sino mejor, así los muy bailables Rapture sean más 'convecionales', pues teniendo como referencia únicamente al sonido, había mucha más riqueza generándose en los altavoces de los estadounidenses que en los de los británicos.

4. Hype Williams-Godflesh
No pensaba ver a Godflesh, aunque me causaba curiosidad. La propuesta de Hype Williams era, para mi gusto, mucho más interesante. Sin embargo, cuando llegué al escenario en cuestión, el sonido era de cassette (sí, ese sonido que 'taaanto' me gusta) y como para cassettes no hay mejor sonido que el generado por mi equipo de sonido, quise irme apenas llegué. Todo ello aumentado por unas amigas que me encontré y que querían ir a ver a Godflesh... donde también apenas aguantamos un par de canciones (después de tres días de conciertos, había ciertas propuestas que, francamente, no eran físicamente soportables).

Godflesh, exponentes del metal contundente y 100% masculino, era demasiado para unos sentidos seriamente deteriorados. Así que salimos a tomar unas cervezas para recuperar energías y volver al Fórum. Y la historia continuó, pero sin más cruces... Esperando a que amaneciera. Algunos lo lograron... Yo no pude.

Y dos observaciones
1. Si quieres estar 'hot' este verano y vives en Barcelona, debes usar mini-shorcitos de jean y botas de cuero con tacones hasta los tobillos. Y las piernas bronceadas, por favor. 

2. ¿Quién le dijo a la mayoría de los sonidistas del escenario Vice que romper tímpanos era un mérito?

Francisco Estrada. Barcelona, 4 de junio de 2012.