Consejos para Humala y Keiko en el debate

Ganará el más hábil, como Jigoro, no el más fuerte.
Si bien en las siguientes líneas se tratarán temas muy susceptibles como si fueran simples elementos de márketing al servicio de las estrategias de comunicación, lo que apenas se pretende es brindar algunas luces sobre lo que tendrán en cuenta mañana domingo 29 de febrero de 2011, en el debate presidencial, los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta en el Perú, Ollanta Humala y Keiko Fujimori, quienes esconderán debajo de la alfombra toda la mugre para mostrarnos mañana sus mejores caras… luego de haber tenido en cuenta lo que a continuación será expuesto.

El contexto

No solo se trata de tener la lucidez suficiente para, a partir de las características de cada contrincante, anticipar y elaborar estrategias. El contexto cultural es importantísimo. Este es un hecho que tendrá un gran peso en el debate. En relación a ello, así como Mario Vargas Llosa tenía en 1990 una seria desventaja de imagen frente a Alberto Fujimori por representar aquel, en el imaginario popular, a la clase dominante del Perú (la de ascendencia hispánica), del mismo modo Ollanta Humala parte con el obstáculo de estarse enfrentando a una mujer, a Keiko Fujimori.

Esto es porque, así como vivimos un sofocante y milenario patriarcado en Occidente, al mismo tiempo la mujer ha sabido crear mecanismos de defensa y de evasión que le ha permitido sobrellevar y, en algunos casos, aprovecharse de un contexto totalmente desfavorable como el machismo. En este caso, tanto la ‘enfermedad’ como la ‘cura’ son cuestionables, pero en sociedades muy opresoras estas vías o grietas liberadoras tienen algo de justificación mientras no se puedan cambiar las reglas de juego. Esto, si descartamos situaciones donde el empleo de la fuerza bruta sea un opción para amedrentar o, definitivamente, patear el tablero.

Es por ello que uno de los principales retos que tendrá Ollanta Humala es no ofrecerle a Keiko Fujimori la oportunidad para que ésta ‘llore’ ante cámaras. Si bien aquí ‘llorar’ es una metáfora que abarca desde algo físico como una voz que se quiebra hasta un discurso de víctima, en realidad, es un recurso que puede convertirse en literal y que la candidata de Fuerza 2011 estaría perfectamente ensayando en estos días. 

La lacrimógena estrategia, sin embargo, no podría ser ejecutada como una pataleta, pues haría quedar a la hija del ex presidente Alberto Fujimori como una desequilibrada mental (más allá de su descomunal complejo de Electra). Para poder llorar ‘bien’, Keiko deberá mostrar ‘firmeza’, ‘estoicidad’; unos ojos que miran con entereza a las cámaras a pesar de encontrarse brillosos y con una posible lágrima a punto de recorrer sus redondeadas facciones.

Infructuosamente, Hillary Clinton intentó usar esta táctica en las primarias demócratas contra Barak Obama, pero si no le funcionó es porque ella es de esas mujeres que uno sospecha que debe tener por ahí escondido un falo debajo de la falda. O sea, como Margaret Thatcher, que, desde los estándares que manejamos en Occidente, es en realidad un hombre. Esto, por cuestiones de identidad y de imaginarios, que pesan mucho más que los rasgos físicos; tanto étnicos como de género.

Para que quede claro, que Hillary, Margaret o Álvaro Uribe se pongan a llorar, es patético. No sirve. Que Zapatero, Kirchner o Keiko lloren (con dignidad, repetimos), mola.

Los principios de la lucha no tienen época.

Es por ello que Ollanta no podrá pulverizar a alguien tan aparentemente vulnerable como Keiko Fujimori (vulnerable por no tener plan de gobierno, la gente que la rodea y su confesa lealtad a su padre; que está preso por delitos de lesa humanidad). Volviendo a 1990, por esa misma razón, Mario Vargas Llosa, que en los debates casi siempre acostumbra a ser demoledoramente agresivo contra sus oponentes, decidió ser indulgente con quien en ese momento era llamado el ‘Chinito’. Mañana, Humala tendrá que hilar fino y ser tan sutil como el pétalo de una rosa. Tanto así, que tal vez ni alcance a acariciar a Keiko.

Dos consejos para Humala:
1.  Evitar la segunda persona del singular cuando pase lista al prontuario fujimorista y utilizar verbos pasivos e impersonales. El “tu papi” de Alejandro Toledo a Keiko Fujimori no funcionó en el debate de la primera vuelta, pues además fue utilizado para que ella dijera al final, con la voz casi quebrada (antecedente del posible lloriqueo de mañana), que ella era hija orgullosa de Alberto Fujimori y de Susana Higushi.

2.  “Encarnar”, convertirse en el Perú. Corporizar y somatizar a través de su discurso y gestos a ese país masoquista que goza siendo la perfecta víctima. Deberá utilizar el “nosotros” cuando pase revista a temas como crímenes de lesa humanidad y de robo sistemático de las arcas del Estado. Esto es más importante que unos dimes y diretes al estilo “Madre mía vs. La Cantuta”.

De esa forma, Humala podrá contrarrestar la desventaja de estarse enfrentando a alguien como Keiko Fujimori, que no dudará en victimizarse. Humala la tiene difícil para hacerse la víctima, pues, a pesar de representar étnicamente a una población segregada, él nunca se ha colocado en una posición débil por ello. Al contrario, se ha mostrado desafiante, retador y hasta con aires de superioridad; aterrando a mucha gente que ve amenazados sus privilegios.

Todo ello como herencia de su padre Isaac Humala (de quien Ollanta Humala prudentemente se ha distanciado en algo), cuya doctrina deja de ser simplemente reivindicativa hasta convertirse en demencial (por aquello de la supremacía de la raza cobriza).

Dos consejos para Keiko:
1.    El fundador del Judo, Jigoro Kano, se percató en una gran tormenta que los únicos árboles que solían mantenerse de pie eran aquellos que se doblegaban ante los vientos huracanados, para luego recobrar su posición original. Los árboles fuertes como los robles, sin ninguna capacidad de adaptación, eran generalmente rotos por la fuerza del viento y del agua. Teniendo en cuenta estas enseñanzas de los compatriotas de su padre, Keiko no debe defender lo indefendible sino darle la razón en todo a Humala. Que si robaron… "pues sí". Que Montesinos es malo… "uy sí, malísimo (y déjame que te cuente una anécdota al respecto)". Que si mataron… "y no sabes cuánto me duele en el alma, ¿eh?".
2.    Si bien Isaac Humala no ha gobernado el Perú, éste puede ser el perfecto ‘as bajo’ la manga de Keiko Fujimori por ser aquel el padre de Ollanta Humala. Como se sabe, planteamientos como el fusilamiento de homosexuales o invadir Chile con el pene (no es broma) son perfectos para llevar el debate presidencial de mañana a la histeria en caso sea necesario. Dependerá de si Ollanta le da pie para soltar ese arriesgado recurso.

El estudio previo a una contienda mejora las posibilidades.

Humala debe partir de un hecho: Keiko es más inteligente que él. Y no solo eso, pues tiene mucha más sangre fría que él, que ha sido un soldado con experiencias militares de alto riesgo. A todo esto, es destacable y deliciosa materia para los psicólogos indagar qué hechos en la vida de Keiko Fujimori la han curtido hasta convertirla en prácticamente una fortaleza militar.

Por su parte, Keiko también debe partir de un hecho: Humala tiene mística y ella no sabe cómo se come eso. La mística, ese conjunto de creencias (no de sentimientos, que eso viene después) que bien interiorizados son capaces de llevar a las personas y ejércitos más disminuidos a la victoria frente a oponentes muy superiores, no es poca cosa.

El parche
En caso mañana soportemos un soporífero debate, cabe precisar que, luego de hacer un análisis de sus debilidades y fortalezas, ambos candidatos hayan llegado a la conclusión de que es mejor no atacarse (tienen muchas más debilidades que fortalezas). Así que bien podemos mañana ver en gran parte del duelo a dos robots recitando frente a cámaras y sin formular ni responder preguntas entre ellos. Esto dependerá, sobre todo, de la iniciativa del candidato Humala.

Francisco Estrada (28 de mayo de 2011)

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