Mi primer sueño erótico


Me desperté confundido. Aún no tenía edad para entrar al colegio; es lo único que sé. Recuerdo haber amanecido más callado de lo normal; observando a todos con un poco de rabia, pues quienes me rodeaban pertenecían a la realidad.

Yo no tenía muy en claro qué era la 'realidad', pero ya había desarrollado la oposición 'sueños/realidad'. Y quienes pertenecían a la realidad me cayeron odiosos durante un buen tiempo por dos razones: primero, porque estaban reemplazando a mi sueño, y, segundo, porque nunca me hubieran entendido si les contaba lo que me había sucedido (no soñado, sucedido).

Estaba yo en un jacuzzi. Nunca había estado yo en uno... o tal vez sí, porque mi padre me solía llevar a los 'baños turcos', donde recuerdo había una piscina hirviendo con burbujas con un montón de tíos desnudos y panzones (sí, peruanos) que descansaban en sus aguas como cachalotes. Regreso: contaba que yo estaba dentro de un jacuzzi, pero solo, admirando con idolatría a una mujer negra que se estaba preparando para entrar en la piscina. No estaba ella desnuda sino cubierta con una malla pegada al cuerpo del color de su piel. Las trencitas de sus cabellos le bajaban como pequeñas cascadas hasta la altura de los hombros. Estas eran doradas como los polvos que ella se había esparcido por el cuerpo, incluyendo su rostro. El dorado le queda muy bien a las negras. Me puse a fantasear, entonces, con la posibilidad de que esa mujer entrara a la piscina y se me acercara; algo improbable porque yo tenía menos de seis años y ella ya era toda una mujer... pero lo increíble empezó a hacerse realidad. Sí, realidad. La negra se me fue acercando atravesando las aguas que nos separaban como si fuera el monstruo del lago Ness, toda ella sinuosa, mientras yo era presa de un shock que me dejaba paralizado. Sus labios tenían pintura dorada también. Todo en ella refulgía, como en esas hipnóticas bolas de cristal de las discotecas de los años 70, y yo iba sintiéndome cada vez más parte de Studio 54 sin saber qué era Studio 54. Cuando ella estuvo lo suficientemente cerca de mí, vi la forma de sus pechos aún cubiertos por la malla color piel. Sentí un fuego intenso en mi cuerpo, como nunca en mi vida lo había experimentado. No sabía qué hacer, qué me pasaba, qué estaba pasando. La negra se me acercó tanto y con tan evidentes malas intenciones (el hecho concreto podría haberse tipificado como corrupción de menores, pero lo criminal hubiera sido más bien denunciar tanta maravilla), que pude apreciar hasta sus poros dilatados por los vapores del jacuzzi, y el sudor que a ella le chorreaba espesamente por el rostro ya no como un líquido sino como algo viscoso... Yo estaba en el cielo, y así se quedó ella: a un centímetro de mí como si estuviera drogada o excitada. Tal vez, por obra y arte de mi sueño, ella ya se había quitado la ropita, pero igual no era necesario porque en ese entonces yo no sabía cómo se hacían los niños. Eso sí, a los más morbosos y morbosas puedo contarles que no tuve mi primer sueño húmedo (a pesar de estar en un jacuzzi), pues con menos de seis años es algo imposible, creo. Pero de que el cuerpo me tembló de pies a cabeza y de que tuve uno de los más grandes calentones de mi vida (si no el más grande), de eso sí que puedo dar fe. Lo siguiente, ya lo conté. Me desperté molesto con toda la realidad... Y conmigo por no haber tocado ni besado a la negra como en las telenovelas venezolanas.

Este episodio nunca lo he olvidado y hasta suelo contarlo algunas veces. ¿Por qué escribo sobre él ahora? ¡Pues porque ayer encontré a la negra! Estaba yo bajando música (hace unas semanas he involucionado hacia mi adolescencia averiguando y bajando mucho sobre música, con lo cual ahora me queda poco tiempo para leer... pero es solo una situación temporal) y me encontré con una canción hipnótica que me llevó a viajar a través del tiempo; hacia la sensación que tuve con mi primer sueño erótico. 

Siempre he dicho que soy mal fisonomista. Y que son las sensaciones las que me hacen reconocer a las personas. Cada persona me hace sentir distintas cosas, y así las reconozco... Y así es como reconocí a Donna Summer mientras cantaba el mantra I Feel Love. Al ver ahora el vídeo que por primera vez contemplé con menos de seis años en el televisor de mi abuela, comprendí por qué me impactó tanto. Donna es ahí un ser casi maligno; mucho más que Eva. Donna está en ese vídeo muy próxima a convertirse en un demonio por el poder que podría llegar a tener sobre cualquiera... pero con unas promesas de intenso placer que, definitivamente la alejan del demonio (tengo educación católica, pero me queda difícil asociar un buen orgasmo con el pecado o el demonio).

De la misma forma, la música parece estar malignamente compuesta para hipnotizar. Y su intérprete no pudo haber entendido mejor aquella intención, pues se percibe que ella entra en trance cuando la canta. Y no solo oyéndola, porque los movimientos de su cuerpo en el vídeo sugieren lo mismo. Musicalmente, he averiguado que esta canción forma parte de uno de los mejores discos de la historia, con el gran Giorgio Moroder metido en el asunto. Según la Wikipedia, esta canción también puso de cabeza a David Bowie y Brian Eno hasta el punto de influenciarlos en su celebrado Berlin Trilogy. Copy-Paste de algo que cuenta Bowie al respecto: "Un día, en Berlín, (Brian) Eno vino corriendo y dijo: he escuchado el sonido del futuro. Es I Feel Love, de Donna Summer. Es esto, no busques más. Va a cambiar el sonido de la música de club para los próximos quince años". ¿Si a semejantes tiburones esta canción les causó aquel impacto, cómo no habría de traumatizar a una pirañita como yo? Claro, reconozco que mi conmoción fue más allá de lo musical, pero dudo mucho que de haberme tocado ser niño ahora, el fondo musical de cualquiera de las seudodivas contemporáneas pudiera haberme perturbado hasta marcar mi memoria para siempre.

Muy aparte (y aquí me alejo de lo espiritual solo para el análisis, porque fue un 'todo' lo que me conmocionó), está la prodigiosa figura de Donna, la cual también me embriagó. Observándola desde un punto de vista genético, es obvio que pertenece a la misma tribu de las hermanas Williams, pero sin ese temor que te bloquea cuando ves a las campeonas de tenis: que una bofetada suya termine desfigurándote el rostro para siempre.

(Lo siento, pero es un factor a tener en cuenta: ya sea por error o porque te lo mereces, te puede caer una bofetada. Y si es de las Williams, mejor que te coja confesado. Con Summer, en cambio, me imagino apenas un rasguño producto de sus afiladas y largas uñas... Pero la verdad es que me sentiría incapaz de hacer enfadar a Summer hasta el punto de que me agreda... Aunque claro, siempre hay una calumnia, un malentendido... Y un rasguño es soportable).

Donna, ahora que ya te descubrí y creo haber cerrado uno de los tantos enigmas de mi infancia (que hasta el día de hoy me persiguen en formas de sueños y recuerdos... algunas veces gratificantes y otras veces inquietantes hasta llegar al horror), me pasa lo mismo que cuando te conocí en el jacuzzi: no sé qué hacer. Y al igual que la otra vez, apenas me estoy quedando en el hecho de contar la anécdota. La única diferencia es que, la primera vez, esperé a ser adulto para compartir mi inquietud. Ahora, lo he contado al día siguiente. Así que misterio resuelto, Donna. Y si por casualidades de la vida te llegara esta nota que no podrás leer en su idioma original, no puedo evitar mi esencia baladí y decirte: ¡Tía buenorra!

Francisco Estrada. Barcelona, 11 de diciembre de 2011

Rita, su Papi y la tensión sexual

La artista Rita Indiana estuvo en Barcelona hace un mes como parte del festival musical Bam, de las Fiestas de la Mercé, pero también para presentar su libro Papi... He aquí una crónica de mi encuentro con ella.

Me propuso usar su brazo para la foto 
(por ser más largo que el mío)

No esperé sentado a que Rita Indiana entrara al salón del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), donde ella presentaría su novela Papi. Me puse de pie y cerca de la puerta, para comprobar por mí mismo aquella sensación de pequeñez que muchos hombres han sentido a su lado, según he leído. Y sí, era altísima, pero tanta expectativa por sentirme un enano evitó que me sintiera así. Más bien, me sorprendió que no caminara con cadencia 'hiphopera' y envuelta en un chándal con capucha. Al contrario, vestía una sobria camisa blanca, vaqueros normalitos y gafas de pasta, a tono con el rol de escritora que le correspondía en ese momento.

Nacida hace 34 años en Santo Domingo, primero escritora y luego cantante, Rita se ha hecho mundialmente conocida más por interpretar merengues que por sus libros... Esta difusión se ha hecho principalmente a través del Youtube, porque, a diferencia de músicos como Juan Luis Guerra o Wilfrido Vargas, su propuesta musical raya en la estridencia. Los omnipresentes 40 Principales de la península no son canal para su música; más sí algunos blogs especializados o el 'boca a boca' de los modernos.

La estridencia musical de Rita es la simple continuidad de ella misma: 1.90 de estatura, estética masculina, dominicana, culta y pija. Así es como la percibí desde que por primera vez la vi y escuché online hace algunos años. Por su novedosa fusión musical (electrónica y folclor dominicano) y su estética visual, me la introdujeron como la nueva vanguardia caribeña, pero de sus libros nunca me dijeron nada.

Y es esa ignorancia compartida con respecto a su literatura la que motivó que en la presentación del CCCB alguien le preguntara 'osadamente' por qué había incursionado en la literatura, que eso podía verse “sospechoso”. Rita, aparentemente resignada ante ese tipo de interpelaciones, simplemente contestó que, antes de ser cantante, su obra literaria ya era estudiada en “Harvard, Cornell y la New York Univesity”. El mismo CCCB puso su granito de arena en aquello de alargar aun más la sombra de la música de Rita sobre su literatura, porque proyectó un vídeo musical de ella justo antes de que se pusiera a hablar.

No sé cómo será ahora, pero allá en los años ochenta, en latitudes caribeñas, el merengue dominicano era el más popular y fácil de bailar para quienes a tierna edad nos iniciábamos en el arte de restregarnos con la pareja de turno; cuando, por primera vez, palpábamos el broche de un sujetador al abrazar niñas con mucho 'haunt', 'down' y 'tempo'. Los chicos, tórpemente, nos dejábamos llevar hundidos en el olor de los jabones y champús, con las manos sudadas y la ropa estorbando como el diablo. Y es esa sublimación de sexualidad desatada y a la vez contenida, o sea, bien latinoamericana, la que no solo marcó preadolescencias al otro lado del charco tropical sino, al menos por referencia, en el resto del mundo. 

 La primera foto salió mal

A pesar de la copiosa producción literaria dominicana del siglo XX, Rita no se siente heredera de tradición alguna, a excepción de Junot Díaz y su libro de cuentos Drown —perteneciente él a “las grandes ligas”, según dice—, pues para ella hay un antes y un después con respecto a los escritores cuya temática giraba en torno al ex dictador Rafael Leonidas Trujillo y quienes, como ella, ya no lo hacen. “Buscaba una literatura dominicana que hablara de los lugares que yo frecuentaba y mis vivencias urbanas, pero no había eso. Por eso empecé a escribir”.

Hasta ese momento, la conversación con Rita era estrictamente literaria, pero la pregunta sobre su sexualidad apareció inevitablemente: “En mi país, me sorprendió que, dentro de su ignorancia o sencillez, la gente de a pie tuviera más espacio para la tolerancia que los periodistas de las revistas o de la televisión”, respondió ella sin el menor asomo de hartazgo por el tema.

En ese momento, recién empecé a fijarme de verdad en su físico; en sus pechos apenas insinuados y larguísimas extremidades. Al ser ella casi de mi edad, me la imaginé en una fiesta merenguera de preadolescentes conmigo, en los lejanos años ochenta, cuando entre 'amigos' nos echábamos en cara nuestros 'defectos' físicos o de personalidad con el fin de hundir psicológicamente al otro y eliminarlo de la competencia. Eso producía inseguridad, algo que podía confinar a cualquiera a quedarse sentando tomando Coca-Cola o comiendo palitos de queso durante toda la fiesta.

Y así es como, en mi imaginación, empecé a sentirme intimidado de sacar a bailar a Rita. No solo por mis inseguridades sino por la gran estatura de ella. Y no solo yo me veía intimidado, los demás chicos de la fiesta también. Podía ver a Rita sola, sentada, prestándole más atención a la música que cualquiera de nosotros que sí bailaba. Podía verla ahí, pensando más que todos desde un sillón o, tal vez, bailando con una buena amiga para no quedarse sentada. 

 Rita y Noelia
¿Habría sido así una fiesta con Rita? No sé, pero es lo que empecé a visualizar en ese déjà vu preadolescente que me invadió, cuando la personalidad no era aún lo suficientemente fuerte como para reírte del qué dirán, de la marca de ropa que usas, con quién bailas o te juntas y demás cosas que hasta el día de hoy, pasados los treinta años y ya rumbo a los cuarenta, veo que sigue siendo importante para mucha gente que no logró superar esa etapa. Hoy, sí que me hubiera atrevido a sacar a bailar a Rita sin importarme su estatura o si me diría que sí o que no. Así me siento desde los 18 años, pero mi versión estúpida de 13 años no era así.

La aversión de Rita por el macho latino lleva años de maceración; décadas. Y, según explica, en Papi quiso condensar todo lo que se entiende por masculinidad en el Caribe, a partir de una flipada que ella tuvo en 2003 en los bosques de Oslo, cuando volvió a ver Scarface y lo asoció con Cien años de soledad. Ahí gritó 'eureka': “Lo vomité en solo tres meses y sin casi corregirlo, pero su proceso previo dentro de mí duró años”. 

Este proceso terminó en una novela a medio camino entre el verso rapeado y la prosa, que al ser leído en un fragmento por ella, dio la sensación de que la conferencia se había transformado en un duelo de hip-hop, aunque sus referentes sean más bien los autores beats como William Burroughs y Jack Kerouac, entre otros.

Al buscar en Internet a la 'musa' que inspiró este libro, apenas sale que el padre de Rita Indiana era un “comerciante dominicano radicado en Estados Unidos”. En la conferencia, dio más detalles: “Murió asesinado en Nueva York en 1989. Los cinco testigos presenciales me dieron cinco versiones diferentes de por qué ocurrió eso”. Y con respecto al tema de la novela, donde una niña de ocho años vive esperando eternamente la llegada de un padre que no vive con ella, y que además es un narcotraficante, Rita confesó apenada que esta historia es mucho más autobiográfica de lo que ella quisiera. Una autobiografía donde la estética Miami Vice está muy presente (referente de la época en Latinoamérica; especialmente en los países caribeños).


Inspiración ochentera...
Mientras decía eso, detrás de ella, en la pantalla donde antes habían proyectado el ya mentado vídeo musical, aparecía la tapa roja de su novela Papi. En esta edición española, las letras de “Papi” dominan claramente el diseño de la portada. “Papi...”. Le pregunté a Rita si cuando escogió el título de su libro fue consciente de la carga sexual que esta palabra tiene en Latinoamérica, mucho más en el Caribe; porque es así como se halaga la sexualidad de un hombre con palabras. Si, acaso, esa tensión sexual que lleva el título del libro era también parte de su vida, del contenido del libro.

Y, por primera vez, la noté avergonzada: como si estuviera reconociendo algo, ruborizada e inclinando la cabeza ligeramente hacía abajo; como si hubiese sido pillada. “Siempre hay tensión sexual con el padre de uno”, dijo sonriendo pero sin mirar a nadie. Luego, ya levantando el rostro, comentó que le hace mucha gracia que en Puerto Rico, lugar donde vive, los hombres se traten de “papi”. “No sé si eso es más perverso aun”, dijo entre risas ya finalizando la presentación.

En estos días, Rita está preparando a dos manos el guión cinematográfico de un musical protagonizado por el descollante grupo puertorriqueño Calle 13. La coautora es la cineasta boricua Noelia Quintero, su pareja. “Nosotras haremos las situaciones y los diálogos. René Pérez (cantante del grupo) hará las letras de las canciones”, me dijo la misma Noelia cuando me le acerqué antes de irme.

Para hablarle a la novia de Rita, Noelia, hay que hacer un esfuerzo para no mirarla muy detalladamente porque es demasiado atractiva. Rita la señaló con la mirada cuando le pregunté por su guión, y volteé a verla quedándome enganchado un poco más de la cuenta con su irresistible aura femenina, pero pude reaccionar a tiempo (creo) para que no me vea como un idiota que se queda mirándola.

Apuesto a que Noelia, bajita y curvilínea, en los ya lejanos años 80, muchas veces fue la más deseada de aquellas fiestas y sí tenía una fila de chicos para sacarla a bailar en la preadolescencia de nuestras estupideces. Y pensar que, 30 años después, Noelia ahora solo baila con aquella chica altísima y delgada que, en su momento, nadie, según mis visiones, se atrevía a sacar para bailar un merengue. Así son las vueltas de la vida, pensé: al final, Rita terminó llevándose a la chica más sexy de aquellas crueles fiestas ochenteras.

Francisco Estrada, 31 de octubre de 2011

DATOS
Libros publicados:
Rumiantes (cuentos, 1998), Ciencia succión (cuentos, 2002, traducido al inglés por Kunstenernes Hus de Oslo, Noruega en el 2003), y las novelas La estrategia de Chochueca (Isla Negra, 2003) y Papi (Vértigo, 2005; Periferia, 2011).

FRAGMENTO QUE LEYÓ

Un carro te puede matar. Un carro se dispara. Un carro carro. Ese mismo, el de ahorita. El mismo de ahora, el mismo carro. Por ahí viene. Acelerando. Acelerando. Acelerando. Es un carro, no es otro cosa. No es un carro. Le dio de nuevo, ahora vemos el mufler gigante botando humo prieto encima del cuerpo muerto. Car, car, el carro vomitando muerto. El carro muerto. El carro fantasma. El buque fantasma. Algunos carros son barcos. Los Chevrolets de los 70, los Impalas. Un carro titanic se hunde en la panza, un carro se te hunde en la barriga, te lo meten por el culo. Engrasaíto. Por detrás y por delante, por toda parte. El carro sin marca, el carro más caro. Qué carro tan caro. Ese carro es muy caro. Yo quiero mi carro. Mi carro. Mi carro. Por ahí viene doblando. Aguántate que viene por ahí. Ahí viene el carro. Te da, te da, te parte el tabique, te hacen cirugía, te sustituyen la nariz por un cajuil. Te cosen un carro, te maniquean el hígado con llaves tilson. Un carro cortante y sonante, por toda palte, con gomas de acero como el enemigo de Ben Hur. Tú no tenía licencia. Tú tenía cincuenta peso pal policía. Pal tráfico. Un muerto, un policía acotao. Te lo pegan a ti. El muerto su carro, el preso su carro. Te regalo mi car wash, te lo regalo.

Película 'Conversación en la Casa Blanca'

¡Riiing!
Primera y única escena
Plano medio
El presidente de Estados Unidos se encuentra plácidamente sentado con los pies en la mesa de su despacho... Hasta que suena el teléfono rojo (el que antes solo usaba la URSS y ahora es el de los “mercados”). El mandatario salta asustado y se acerca tembloroso al teléfono.

¿Jefe? —le sale un gallito, así que debe repetir la palabra— ¿Jefe?
Oye, platanazo, te estoy viendo por el Google Maps. ¿Qué haces tan relajado?
Jefe, jefe, lo siento. Ya sabe, es la típica pose americana del empresario tejano...
Ya cállate, que a mí no me vas a florear bonito como tú sabes. ¿Has visto las noticias?
Sí, por supuesto, soy el presidente de los Estados Unidos de América, debo estar informado: Shakira ha roto con Piqué, Perú empezará las eliminatorias, la duquesa de Alba bailó sevillanas...
¡Imbécil! No eres más imbécil porque no eres más grande.
Jefe, pero son las noticias del pueblo, las que uno siempre...
Mira lo que está pasando en Wall Street.

Primer plano
Se aprecia la cara del presidente frente a las luces de la pantalla de un ordenador. Su rostro se transfigura desde la inocencia hasta el terror. Sus ojos sobresalen y se mueven desorbitadamente y empieza a comerse las uñas con desesperación hasta que se levanta bruscramente gritando.

Plano medio
Con permisito dijo Monchito, y este presidente renuncia a su puestecito— dice el mandatario mientras sale momentáneamente del plano.
¡Tú te quedas!— vociferan los "mercados".

El presidente vuelve al plano de la cámara caminando de puntillas, con los brazos en posición "perrito" y encorvado.

¿Yo? ¿Pero qué tengo que ver en esto? Yo SOLO soy el presidente de los Estados Unidos de América; NO soy los “mercados”.
Tú estás, recuerda, para que la gente te odie; para que te echen la culpa de todo. Eres, recuerda, nuestro testaferro... y para que, de paso, en el mundo odien a los estadounidenses, que eso también nos sirve. ¡En su imaginación, la gente necesita ubicar a sus enemigos!
Jefe, jefe... Ya no se pase, está bien la sinceridad, pero uno no tiene que estar escuchando esas cosas tan feas.
Entonces, vuélvete a sentar. Y piensa en algo antes de que un chófer o un guardaespaldas te mate, como al otro demócrata que se quiso pasar de listo, el mujeriego de Kennedy... Quisimos amenzarle con las llamadas grabadas que tenía con Marilyn, pero se hizo el valiente y...
Tampoco es necesario amenazar así, jefe... A ver, déjeme pensar. ¡Ya sé, me meteré a Google!
Apúrate.

Oh, hasta que se murió...
¿Qué pasa?
No, mejor no le digo, que me puede regañar por distraerme con noticias que no tienen nada que ver con Wall Street y el sistema capitalista que se nos cae a pedazos.
Ok, pero igual cuenta. Me ha dado curiosidad. ¿Quién se ha muerto?
Steve Jobs, se ha muerto el man...
¿Quéee?
Le dije que se iba a molestar.
¡No, imbéeecil! Has dado con la clave y ni te has dado cuenta.
¿Sí?
¡Por supuesto! Figura pública conocida por los seudointelectuales y modernos, quienes a su vez influencian a toda la masa restante...
¿Pero a quién le va a dar pena eso? No es Muhammad Alí o Michael Jackson... Además, es un, perdón por la palabra, pero es un puto capitalista (palabra que usan los indignados de Wall Street).
No interesa, basta con llamar a nuestros medios de comunicación afines y ellos inflarán la noticia. Vas a ver cómo elevamos a la categoría de gurú al tío ese. ¡¡¡Todos empezarán a postearlo!!!
Jefe, con el debido respeto, la gente no es tonta. Estados Unidos, el país que cuenta con la mejor democracia del mundo, donde los valores de libertad y de libre opinión están tan arraigados, donde una negra que es camarera puede meter en la cárcel al jefe del FMI, donde puede haber un Michael Moore sin que lo asesinen... ¡Nada en este mundo podría competir con el movimiento de los indignados en las entrañas del país más poderoso y libre del mundo! Además, no podemos hacer como en Chile, agarrándolos a bolillo limpio; como en España, donde les hicieron bailar batucada para que se tranquilicen; o como en Siria, donde simplemente se les mandó matar... ¡Ni la muerte de Lady Gaga podría competir con una noticia así!
Cholito...
Diga, jefe...
No es que la gente sea tonta, simplemente no tiene opción. La gente sabe que sus billetes de dólar no valen nada, pero siguen comprando con ellos... porque no tienen opción. De igual forma, no debemos darle opción de información. ¡Copemos los diarios, la televisión y la red con Steve Jobs! Que nuestros chacales del Facebook empiecen a colar la noticias y la gente caerá redondita. Hasta sentirán pena de alguien que casi nunca ven en los medios.
Tengo mis dudas sobre la eficacia de esta medida...
Tiene que funcionar.
¿Y si no?
Tienes dos hijas muy bellas, ¿sabes?
Este... Jefe, esto funcionará. No se preocupe. ¡Tiene mi palabra!

THE END'A

Francisco Estrada. Barcelona, 7 de octubre de 2011

La canción del Perú para las eliminatorias 2011-2012

La traducción de esta canción, al final de este artículo.

¿Por qué? ¿Por quéee? ¿Por qué los hinchas del fútbol peruano tenemos que soplarnos una vez más una pusilánime canción de Gianmarco? Es en estas situaciones que de verdad envidio a mis queridos melómanos extranjeros, quienes nunca escucharán a este engendro de peluche y de babas acarameladas.

En 1990*, se compuso la mejor canción de fútbol de la historia, World in Motion. ¿Los encargados? Los históricos New Order. Ahora, ¿para qué sirve ese dato? Pues para tener un referente. ¿Digo, no? O sea, si se te ocurriera componer una canción de fútbol, tienes dos opciones: creerte un genio y no escuchar ninguna canción de ese estilo... o repasar con humildad lo que la humanidad ha intentado hacer, con más desaciertos que aciertos, en estos últimos 50 años.

Las claves de New Order
Ellos buscaron la unidad; algo que mágicamente evocara y removiera el acervo cultural de los fanáticos. Algo que buscara complicidad; algo que solo supiera un determinado grupo de hinchas de una nación. Para el caso de Inglaterra, está la famosa frase “Some people are on the pitch! They think it's all over!”, del comentarista de la BBC, Kenneth Wolstenholme, quien la lanzó en la final de la Copa Mundial de 1996.

En ese entonces, Inglaterra derrotó a Alemania Occidental en el tiempo suplementario, ganando el mundial. Con esa frase, Wolstenholme hacía referencia a la gente que se acercaba al campo de fútbol creyendo que el partido ya estaba definido, a pesar de que aún faltaba un gol más del inglés Geoff Hurst. Una vez que este marcara (para el 4-2 definitivo), Wolstenholme concluyó: “But it is now” (algo así como “pero ahora sí se acabó”).

Los de New Order samplearon esa mítica frase editando su ritmo hasta hacerla parecer un rap. ¿Cuál sería la frase futbolística del Perú? Hay varias, pero la más entrañable es la de Augusto Ferrando, cuando en 1969 gritaba repetidamente a través de la TV “no nos ganan”, haciendo referencia a que el Perú no se iba a dejar ganar por Argentina en la Bombonera, en Buenos Aires, para así eliminar a esta selección y asistir al Mundial de México 70. Como se sabe, aquella selección peruana eliminó a la argentina, y la frase quedó para la historia.

Con respecto a lo musical, New Order no solo trabajó un ritmo alegre y guerrero, sino que utilizó una letra digna de los mejores estrategas motivacionales. Algo muy alejado de la porquería de letra que hace poco se ha lanzado en tierras incas (no la quiero volver a escuchar, pero la idea central de semejante estupidez llena de lugares comunes es algo así como “todo juntos ganaremos, lalalala”).

A continuación, una traducción de la magnífica canción World in Motion, de New Order, cambiando algunas pocas frases según el contexto cultural peruano. Eso sí, debo puntualizar que el 'típico' fútbol inglés me parece que cae mucho en el aburrimiento, más no sus grupos de música. En fin, buen provecho, y a aprender:

World in Motion
(Traducción al español hablado en el Perú)

¡Algunas personas han entrado a la cancha, piensan que esto se ha acabado... pero ahora sí que se ha acabado! (voz sampleada)

ESTROFA
Exprésate, créate un espacio.
Sabes que puedes ganar,
no abandones el objetivo.
Vence a ese hombre y encáralo,
porque tú nunca te rindes:
¡Es uno contra uno!

Exprésate, es uno contra uno.
Exprésate, son once contra once.
Sabes cuando algo es bueno,
y por eso no puedes equivocarte.
Y así será por siempre.

CORO:
El amor mueve al mundo
y sé que podremos lograrlo...
Sé que esto es verdad.

ESTROFA:
Ahora es el momento,
que todo el mundo sea testigo.
Tú nunca te rindes,
y así es como siempre debería ser.
No te dejes atrapar,
juega como tú sabes:
¡Exprésate!

RAP**
Tienes que dar y recibir,
pero en el momento preciso.
No importa si lo haces con lentitud o rapidez,
igual debes llegar a la meta.
Siempre te golpearán y harán daño,
pues defiéndete y ataca.
Solo hay una manera de vencerlos:
con clase y calidad.

Atrápame si puedes,
porque soy peruano,
y lo que estás viendo
es el plan maestro.
No somos barras bravas,
y esta no es una canción de fútbol.
Con el Sol del Inca en mi pecho,
sé que no podemos estar equivocados.

FINAL
Jugamos por el Perú,
A-rri-ba, Pe-rú
Estamos cantando la canción.

Cantamos por el Perú,
A-rri-ba, Pe-rú
Hasta la vista, Baby: ¡Es uno contra uno!


Francisco Estrada. Barcelona, 7 de octubre de 2011

*En la Copa Mundial de Italia 1990, la selección inglesa hizo una fabulosa campaña (con el genial Paul Gascoigne incluido, un atípico jugador inglés que dribleaba mejor que nadie). En semifinales, se enfrentó a Alemania y quedó fuera por penales (luego de empatar a un gol en el tiempo reglamentario).
**Rap cantado por John Barnes (jugador de fútbol inglés de la época). ¿Quién podría ser ahora el jugador peruano adecuado para un rap o intervención melódica?

Scarlett y el rock Gestalt


Jesus & Mary Chain le hizo cantar Just Like Honey.
El títular que he leído recientemente en una columna del diario El País es fenomenal: “Scarlett y el pubis”. Este encabezado cuenta con los ingredientes que el periodismo de ayer, hoy y siempre ensalzarán (aunque su mundillo no lo reconozca en medio de las aplastantes evidencias del día a día): sensacionalismo y morbo... Vamos, “audacia”, como dirían mis colegas. Eso sí, aquella falta de autocrítica y de exceso de autoindulgencia entre quienes manejan la información me parece normal pues, total, a nadie le gusta reconocer que le huelen mal los pies sino, más bien, señalar a los otros.

Con respecto a la columna que me estoy refiriendo, el escritor y periodista Vicente Verdú (un peso pesado alguna vez encargado de las secciones de Opinión y de Cultura del más prestigioso medio editado en castellano) escribe que las ahora célebres fotos robadas a la actriz Scarlett Johansson tienen su encanto más que en el cuerpo de la susodicha, en el “entorno”. Es decir, en aquel espacio íntimo donde ella duerme, se limpia y come. Sinceramente, su reflexión se me hace estéticamente interesante (porque es bonito cómo él plantea y organiza sus argumentos en el texto), pero, hombre: cuando uno ve las fotos, aquel contexto es poco menos que anodino. Sin información alguna... en fin, cada quién se excita con lo que quiere.

En la columna de opinión de Verdú, la distancia entre el análisis y el objeto analizado es tanta que, cuando me fui a dormir luego de leerla, lo hice con el convencimiento de que había leído el texto de una mujer, la actriz Maribel Verdú quien, según yo, estaba incursionando en el periodismo. “No está mal para una principiante”, pensé, “pero cometió el error de tantas personas de asumir que, si a ella le gusta así y debido a esos motivos, le tiene que gustar así y por aquellos motivos a todo el mundo”.

Hay gente que se excitó con la decoración de su baño.
Digo esto porque nunca he dejado de flipar cuando escucho a una mujer pontificar sobre lo que, supuestamente, más atrae a los hombres de las mujeres (es decir, ellas juran saber mejor que un hombre lo que más les gusta a ellos de una mujer). Yo siempre me quedo callado con una sonrisa maquiavélica cuando escucho estos comentarios, porque ya me cansé en la adolescencia de refutar a mis amigas del colegio, hermana, primas y mamá. Total, da igual lo que piensen ellas sobre este tema específico.

Mientras me acurrucaba en la cama luego de leer la columna Scarlett y el pubis, quise entrar en el juego 'intelectual' propuesto por Verdú y me puse a pensar en, técnicamente, qué pueden tener de distintas estas fotos; tratando de alejar un poco un aspecto más contextual como la expectación que puede causar una foto robada... ¡Es decir, lo prohibido!

Así que, concentrándonos en lo técnico, se puede decir que, con respecto a los altos estándares de calidad ahora manejados, las fotos no tienen una buena resolución. En nuestros días, a determinado tamaño, todos exigimos la cantidad de píxeles adecuada. Más bien, la poco luz que en las fotos conspira contra la nitidez anhelada, y ese “grano” digital en las fotos que no permite ver los 'poros' de los pezones de la actriz ni detalles en la piel de su trasero, dispara en nuestro cerebro aquella innata capacidad para completar imágenes. 

Es decir, teoría de la Gestalt; en concreto, el 'principio de continuidad', donde nuestro cerebro va dando forma completa a lo incompleto. En este caso, en rellenar esos píxeles con nuestra imaginación para lograr la resolución que tanto reclamamos los hijos del hiperrealismo. Subjetividad mental pura al servicio de nuestros órganos y deseos más primitivos a través del ordenador.

Aquella estimulación, en sí, ya es reconfortante para el cerebro, y suele estar asociada con nuestra capacidad de imaginación, como ya lo han hecho notar hace siglos los grandes filósofos precursores de la Gestalt. Imaginar, desde un árbol alejado 25 metros, cómo es ese cuerpo que se desnuda en medio de tinieblas incompletas, se asemeja a la 'imaginación' que se debe aplicar en medio de la selva para distinguir al animal que se mueve en la penumbra y proceder a su captura o no; entre otras herramientas de supervivencia ancladas en el cerebro.

Mientras pensaba todo ello, me fue dando más sueño y, a la vez, más ganas de no buscarle tres pies al gato y recordar cómo en el reciente post de un contacto de Facebook se había linkeado la canción Vigilance, del grupo inglés Magazine (título coincidente con nuestra vocación vigilante de 'little brother' siempre espiando al 'big brother'; en este caso, 'big sister')

Che, Waits, ¿Por qué lo hiciste?
En aquel post, los comentarios pasaron del rock al culo de Scarlett (literalmente). Hasta se intercambiaron fotos... Alguien, medio en broma, pidió más respeto para el grupo de rock Magazine, pero luego se replicó que, si hasta los ruidosos y antipáticos Jesus & Mary Chain fueron capaces de hacerla subir a su escenario para destruir una canción de ellos poniéndola dizque de corista, ¿por qué unos melómanos no podían desviarse de sus apreciaciones musicales? 

Luego, en el mismo post, vinieron los recuerdos del antiglamoroso Tom Waits, que le cedió todas sus canciones para que las versionara en virtud a quién sabe qué méritos musicales de la diva (no es broma, para quien no lo sepa); además de otros hitos rockeros bien detallados en la Wikipedia de la fugaz pareja de Sean Penn.

Aquella utilización de mis neuronas, que es mi equivalente a contar ovejas durante las noches y así pillar sueño (en el 5% de los casos pienso cosas interesantes, y he ahí, y solo ahí, que asoma el insomnio) no fue del todo en vano. Pensé que, si escribía esto en mi blog y colgaba las fotos prohibidas, pues obtendría varias visitas. ¡Venga, pues! Total, yo creo que Scarlett quería difundir estas fotos. No las veo naturales. Eso sí, el titular debía ser “Scarlett y el rock Gestalt” y no “Scarlett y sus melones” o algo por el estilo, que mientras yo no trabaje oficialmente en un medio, no tengo necesidad de vender ni melones ni mangos. Aunque claro, soy sensacionalista colgando las fotos aludidas, así sea solo para comprobar cuánto se pueden incrementar las visitas a esta página. Las imágenes no son nada del otro mundo... ¿O sí?

Francisco Estrada. Barcelona, 19 de septiembre de 2011.

El duende del Sr. de Sipán

Ella miró una estrella fugaz (o tal vez un insecto luminoso).
La incertidumbre no me permitió tomar aquella visión como una señal,
pues, que yo sepa, es con los cuerpos celestes que siempre
intentamos descifrarnos.

A esas horas de la noche, la Luna aún no se decidía
si ser más cuarto creciente o llena,
pero por su posición, al igual que la Plaza de Cibeles,
terminaba escondida de nuestra vista a pesar de su inevitable evidencia.
Como fondo musical, sonaban las copas de quienes brindaban.
Unánime noche”, recordé a Borges.
¡Cuántas estrellas en esta noche!”, desde mi mortalidad.

Al leer “Morente” en la lista, dije “Morente”.
Y la única opción era Omega, la última letra del alfabeto,
que podía significar el fin, “como el fin de este viaje”
(citando a otro argentino)
o “se acabó”, otra vez yo.

Me dijo mi madre que, si no escuchaba flamenco
en Sevilla, prometía torturarme con cartas llenas
de faltas de ortografía durante todo un mes...
Pues ahora tendrá que ser ella Gabriela Mistral,
a pesar de que fue en Madrid donde contacté con esa música negra
y no en Sevilla.

Licuados estaban Morente,
Lagartiga Nick, Leonard Cohen
y el querido Federico García Lorca;
el más flamenco de los flamencos,
quien encumbró a un viejo guitarrista
para escribir que “el duende sube por dentro
desde la planta de los pies”.

Si el duende lorquiano es aquel que
le da vidilla a la muerte en España,
del mismo modo, en sepulturas llenas de oro
y conchas spondylus,
se entiende que los nobles mochicas hoy enterrados
quisieran desde la majestuosidad colorear el paso al más allá.

Preguntándome si eras bailarina
colombiana o, si acaso, trajeras
esmeraldas de esas tierras,
gracias al duende flamenco,
y sin necesidad de oro o piedras a mi alrededor,
fui por una noche el Sr. de Sipán que,
desvestido por los ángeles en la Puerta de Toledo,
sintió ese misterio que ningún filósofo explica;
ni Goethe citado por Lorca.

Francisco Estrada. Barcelona, 12 de septiembre de 2011

Reimond Manco

Con este reggaetonero, 
Perú jugaría como Perú (foto: Rubén Grández).
¿Dónde está nuestro César Cueto del nuevo siglo? ¿El equivalente al finisecular 'Chorrillano' Palacios? ¿El Julio César Uribe de la hiperpostmodernidad? ¿El Teófilo Cubillas en versión digital? Hagamos memoria: inclusive en los peores momentos del fútbol peruano, siempre hemos tenido excelentes mediocampistas ofensivos que, entorno a un '10', ofrecían el espectáculo que tanto se reclama desde las graderías peruanas. Por ello, vuelvo a preguntar: ¿Dónde está nuestro '10'? Siempre lo hemos tenido... ¿Y ahora? ¿Nos hemos vuelto Chile, México o Paraguay? ¿Qué ha pasado?

Sé que Reimond Manco es en el imaginario popular peruano algo así como un leproso, aquella figura que, aunque nadie lo quiera admitir, causa tanto repudio por ser un fiel reflejo de muchos peruanos. Y estoy convencido de que el odio hacia él es directamente proporcional a la identificación que se tiene con él.

Curioso, entro a foros de Internet (deliciosa herramienta para análisis sociológicos) para averiguar qué dicen los peruanos sobre sobre él, y los adjetivos que más se le endilgan son “cholo”, “borracho” y “juerguero”. Me pregunto cuántos de esos peruanos no son eso que tanto señalan y critican.

El Perú, país que a través de su historia ha perdido muchas oportunidades para insertarse en las grandes ligas de las economías desarrolladas, tiene, precisamente, el trauma de las “oportunidades perdidas a pesar de...”. Nos damos de cabeza contra los pupitres mientras leemos los libros de historia preguntándonos por qué la cagaron los peruanos de antes. Salimos a la calle, y leemos otra vez en los periódicos de los kioskos cómo la seguimos cagando.

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Un ejemplo: hace unos meses, a pesar de esa mezcla de espectacular crecimiento económico y de galopantes conflictos sociales producto de la desigualdad, los peruanos estuvimos a punto de arruinarlo todo apoyando candidaturas surrealistas. Y en esto caímos todas las clases sociales. No se puede saber quiénes fueron más brutos, si los pobres o los ricos. Al final, una especie de pacto ético-social parece habernos dado algo de respiro con el actual presidente, pero nada está dicho aún.

Y ni hablar de las historias que contamos en nuestro imaginario popular-familiar: desde el ex jugador del FC Barcelona, 'Cholo' Sotil, hasta el cuñado que perdió su oportunidad. Por eso, cuando en las eliminatorias y en el Mundial Sub 17 del año 2007 apareció Reimond Manco como promesa de jugador excepcional, nadie fue capaz de pensar siquiera “ojalá no se malogre” sino “se malogrará”. Y ante semejante expectativa, Reimond no defraudó, pues, en efecto, se malogró.

Después de analizar el partido del viernes último entre Perú y Bolivia, no solo quedé sorprendido por el vértigo con que Perú atacaba (recordándome a la era Oblitas) y sus dos errores infantiles en defensa (las únicas dos llegadas de Bolivia culminaron en gol). Lo que más me impresionó es ver un mediocampo que parecía inglés: sirviendo de mero “rebote” para que la pelota pasara al área enemiga con apenas un toque de balón. No me parece mal. Inclusive, me causó buena impresión Rinaldo Cruzado, un jugador de exquisita pegada y visión que me recuerda (no me importa que me lluevan las críticas) al mejor Beckham (¿a todo esto, cuál es el primer nombre de Beckham?).

Luego de pensar en este inédito mediocampo incaico, pude ubicar en mi memoria al '10' peruano. Fui a Youtube y lo confirmé. Ese jugador que ahora parece de 40 años (siete ex equipos de fútbol, casado, divorciado, 'secuestrado' y en la banca rota a pesar de tener apenas 21 años; según recuerda en un nota el diario El Comercio) es nuestro '10'. Aquel que, como Zinedine Zidane, no solo abastecería a los delanteros sino que, en base a técnica imprimiría respeto frente a los rivales (a nadie le gusta terminar sentado de culo por haber sido víctima de una buena finta).

¿Indulto para Manco? Si mi relación fuera con él personal (o sea, mi novio), pues no. Si yo fuera el director técnico del Perú, Sergio Markarián, pues ni idea porque no sé cómo manejar vestuarios. Solo sé que el técnico de la selección decidirá mejor que cualquiera. A mi modo de ver, Reimond Manco seguirá castigado no solo porque es el cordero degollado que necesitaba ser sacrificado en honor a la traumatizada afición y prensa peruana (sorry, cholito) sino porque solo un golpe fuerte podría enseñarle al díscolo jugador. Él ya demostró que, fuera de la cancha, le cuesta aprender, así que, caballero, a seguir viendo los partidos por la TV y preguntarse: “Qué hubiera pasado si...”. Oportunidad perdida. Cambio y fuera.

Francisco Estrada. Barcelona, 5 de septiembre de 2011

Comentario de Youtube:
"digan lo q digan pero hasta ahora no veo a POLO CARRILLO HURTADO SOTO BAZAN RUYDIAZ MIMBELA GAMBETEAR!! COMO LO ASE ESTE CHIBOLO hasta ahora no e visto algun chibolo aser los driblins de este JUERGUERO Y CREIDO DE m..."

“Es una selección muy personal que no pretende enseñar nada”

Su caricatura con 30 años menos (foto: Pedro Strukelj).
El escritor mexicano Carlos Fuentes presentó en Casa Amèrica Catalunya su más reciente libro La gran novela latinoamericana (Alfaguara, 2011), una recopilación crítica donde el autor solo se refiere a las novelas que le “gustan”.

Acostumbrado a las polémicas y con muchas décadas respaldándolo como uno de los mejores escritores en habla hispana, es difícil creer que el escritor Carlos Fuentes (Panamá, 1928) haya querido rehuir responsabilidades al repetir una y otra vez que su nuevo libro, La gran novela Latinomericana, es un trabajo muy íntimo.

Por eso hay que creerle la intención. “Es una selección muy personal que no pretende enseñar nada”, enfatizaba este viernes en una rueda de prensa. Sin embargo, aquella modestia solipcista del autor de La muerte de Artemio Cruz se fue haciendo añicos conforme éste iba dando referencias históricas y técnicas para sustentar cada una de sus elecciones y opiniones.

Peor que hablen mal, es que no hablen
Carlos Fuentes no puede evitar soltar una sonrisa maliciosa cuando se le pregunta por las ausencias en su antología, que en algunos países ya están levantando ampollas. Acto seguido, sabiendo que el silencio puede ser más lapidario que una opinión, se niega a contestar por aquellas omisiones.

En su ambiciosa La gran novela latinoamericana, Fuentes inicia con un primer capítulo titulado 'Advertencia preibérica', donde explica que no pretende soslayar la gran riqueza oral latinoamericana previa a la conquista europea, debido a su importancia en el momento de forjar una cultura e identidad distinta a la europea.

La gesta del idioma castellano en forma de novela, desde el río Bravo hasta la Patagonia, tiene muchas esencias que se mezclan. Es por esa razón que en este compendio aparece el escritor catalán Juan Goytisolo. “Hay más escritores que podría incluir, que están muy próximos a América Latina por su vinculación con el mundo árabe, que es parte de nuestra cultura. Y Goytisolo ha traducido mejor que nadie a la literatura el mundo árabe”, dice sobre el autor de Las virtudes del pájaro solitario. “La literatura latinoamericana tiene una amplitud mayor; europea y mediterránea. Por eso también hay un capítulo a Nélida Piñón”, añade.

Ocaso y luz
En esta mezcla de historia y de literatura, donde no deja de estar presente la política, Fuentes arroja luces sobre la baja calidad de la literatura latinoamericana en el siglo XIX. Un ejemplo de estas influencias recíprocas es la animadversión que se generó contra España durante las gestas emancipadoras, y que culminaron con la independencia de los países de la región.

Se abandonó así toda la tradición literaria proveniente de La Mancha, adoptándose los modelos franceses o británicos del siglo XIX, lo que produjo novelas muy malas, aunque con títulos muy buenos como Monja, casada, virgen y mártir”, afirmó con ironía.

Para Fuentes, en este oscuro periodo, solo se salva la novela del escritor brasileño Joaquim María Machado de Assis, Las memorias póstumas de Blas Cubas, pues, paradójicamente, desde el idioma portugués, él sí tomó la tradición de Cervantes, que en Latinoamérica era escolarmente homenajeada, más no tomada en cuenta por los escritores de la región.

Las referencias al 'boom', 'boomerang', 'miniboom', 'cracks' y demás etiquetas no son dejadas de lado en el análisis, que también se refirió a la actualidad: “Hay una diversidad enorme, y la literatura latinoamericana me parece inclasificable en estos momentos. No se puede meter en un mismo saco a Jorge Volpi y Arturo Fontaine". 

Con Antoni Traveria, de CAC, y Pilar Reyes, de Alfaguara.
Sobre aquella mitológica relación entre el escritor latinoamericano y la política, Fuentes afirmó que hoy en día no es tan necesaria como hace 60 años, pues los distintos mecanismos propios de las democracias y de las nuevas tecnologías permiten la participación de sectores de la población que antes se encontraban enmudecidos en medio de latifundios y dictadores.

Fuentes, de la escuela clásica, no pudo evitar referirse a la actual situación de su país, cincelada a partir del auge de la violencia en las zonas fronterizas. Él, que es parte del comité encabezado por los ex presidentes Ernesto Zedillo, Henrique Cardoso y César Gaviria (que están a favor de la despenalización de la droga, entre otras estrategias para derrotar a la violencia del narcotráfico), propone soluciones paulatinas y no de guerras frontales como las actuales, que solo han traído más muertes.

La actual ola de descontento global, Fuentes la relaciona con la generación 'ni ni' de su país que, al igual que la española, “ni estudia ni trabaja”. “Cuando yo nací, habían 20 millones de mexicanos, actualmente somos 110 millones. El gobierno y el sector privado tienen que abrir las puertas a nuevos pensamientos, a la gente joven antes de que sea demasiado tarde”, alegó, pues el rumbo que se está tomando en estos días, en medio del imperio del narcotráfico, es incierto.

Tratándose de, en esencia, un escritor (a pesar de sus licenciaturas en leyes y economía), se refirió finalmente a su labor como escritor, algo que le cambió el semblante de preocupación por uno de satisfacción: “Antes de acostarme, escribo en un papel lo que redactaré al día siguiente... pero cuando me despierto, escribo cosas que me sorprenden y no sé de dónde salen: personajes que aparecen de pronto y nunca había planificado, diálogos en los que nunca pensé... ¡Ese es el misterio y la gloria de crear! 

Francisco Estrada, Barcelona 2 de septiembre de 2011

El fútbol y sus llamados ancestrales

Un juego de cazadores y de guerreros.
De vez en cuando leo algunos textos de sociología menor (o sea, de periodismo) donde se dice que toda la parafernalia que rodea al fútbol sublima esa inconsciente necesidad colectiva por la guerra.

Aquella necesidad, cuando se trata de conseguir cohesión, ha llevado a casi todos los líderes de la historia a buscar varios tipos de 'enemigos' a los cuales enfrentarse. La gama para escoger es amplísima: desde países o modelos económicos hasta etnias externas o del propio territorio; da igual si son terroristas o solo campesinos.

Algunos, por qué no, en base a los hechos, pueden ser un peligro real. Otros, a partir de campañas de desinformación, a pesar de ser inofensivos o hasta beneficiosos, pasan a ser considerados como amenazas.

Por otro lado, desde el punto de vista ritual, luego de miles de años de batallas entre aldeas, imperios y países, supongo que existe una información en nuestro código genético que se activa cuando se nos hace partícipes de una experiencia estética a partir de la guerra. En los albores de la humanidad, aquella comunión se hacía a través de narraciones épicas que, mediante la oralidad, podían obviar con mayor facilidad los horrores inherentes a la muerte violenta, y actualmente con cuidadosos montajes audiovisuales por parte de los medios de comunicación afines a los gobiernos.

El paseo de los vencedores por las plazas de las ciudades (como cuando el Barça gana la Champions) es un acto ritual que es tan ancestral como la humanidad misma. Y como ya se ha dicho hasta la saciedad, estos enfrentamientos Real Madrid vs. F.C. Barcelona son una sublimación de la histórica rivalidad entre ambas regiones, que en algún momento llegó a traducirse en bombardeos aéreos (sin sublimación alguna).


5:32 min: "No sabemos a qué nos enfrentamos,
pero es más fácil que sobrevivamos
si peleamos juntos". Vídeo motivacional
de Pep Guardiola en la final de Roma 2009.

También está la más moderna de las justificaciones para la guerra: la de reactivar economías en recesión. En ese aspecto, los políticos estadounidenses son los abanderados. De la misma forma, el fútbol no escapa a otros usos 'vanguardistas', como el gran negocio que supone... pero estos son temas más contemporáneos y no ancestrales.

El fútbol y la masculinidad
¿Qué es ser hombre? Independientemente de si es o no una pregunta con sentido, creo que es más productivo si primero nos cuestionamos qué es ser una persona. Sin embargo, pretender que solo somos almas etéreas es simplemente ridículo. Se sabe que, por cuestiones culturales, algunos impulsos o instintos son reprimidos, pero ello no impide que se les pueda reconocer cuando llaman a la puerta.

Hace unos días, conversaba con mi amigo Wilmar Cabrera (erudito del fútbol y del ciclismo, gran cronista deportivo y ahora novelista en busca de editor) sobre este tema de la masculinidad y el fútbol. Acerca de Wilmar debo comentar que, en un principio, cultivé su amistad no por cuestiones deportivas sino porque, cuando leí sus textos, noté que siempre ponía las comas y los puntos en el lugar preciso. ¡No fallaba! Alguien así debía ser mi amigo, así que por eso siempre lo llamo.

Y otra cosa: él me dice en broma 'Velásquez', como el gran defensa central peruano de los años 70 y 80 que, en su momento, tal vez era el mejor del mundo en su posición. Cuando yo era niño, quería ser Velásquez... Por eso, que de buenas a primeras alguien me llame así, pues me pone de buen humor. A todo esto, a él le dicen 'Gullit', como el genial mediocampista holandés de los años 90 (por su parecido físico).


José Velásquez, el 'Patrón'.
Últimamente, Wilmar y yo jugamos fútbol todos los jueves en cancha de césped artificial. Él sí sabe jugar; yo no... pero ese es otro tema. Lo interesante es que le estuve comentando hace unos días sobre la extraña sensación de juntarse solo con hombres y en grupo grande. Los jueves, somos entre 14 y 18 quienes conversamos, nos pateamos y luego seguimos conversando hasta que nos despedimos hasta el otro jueves.

Le dije a 'Gullit' lo bien que me sentía confraternizando, hablando de fútbol, de mujeres o contando chistes malos. El lenguaje que usamos y cómo nos referimos a nuestros temas de conversación no son los más correctos, pero se pasa muy bien el momento sin que nadie te juzgue por la falta de elegancia. Luego, durante el juego, la tensión, la adrenalina, la necesidad de jugar en conjunto y coordinadamente para poder enfrentar con éxito al rival, también me produce una sensación extraña... “Podría jurar”, le comenté a Gullit, "que, cuando juego, siento llamados remotos; primitivos".

Gullit coincidió conmigo y trajo a colación los primeros tiempos de la humanidad, donde el hombre tenía que salir en grupo a cazar y, en el camino, comer parte de lo cazado (carne). Las mujeres, en las cuevas y muchas veces preñadas, se quedaban protegiendo y transmitiendo conocimiento a sus hijos, y seguro que comiendo hortalizas y semillas hasta que llegara el hombre con las proteínas. Es por ello que, hasta ahora, los hombres nos inclinamos más por la carne que por las verduras o frutas, por ejemplo.

Luego reflexionamos sobre cómo la caza y la guerra, actividades grupales y que durante miles de años estuvieron reservadas a los hombres, generaron no solo el dimorfismo sexual actual sino alguna información en nuestro cerebro. Alguna chispita ahí escondida que, cuando es llamada, responde con la fuerza acumulada de miles de años.

Cero sublimación.
Recientemente se ha descubierto el 'gen guerrero' (MAO-A), uno de los causantes (junto con el contexto social) de que algunas personas sean más proclives a la violencia o las decisiones arriesgadas. Este gen solo afecta, como no, a los hombres, pues las mujeres son inmunes a sus influencias. Se calcula que un tercio de la población masculina posee este gen (no todos los que lo poseen son necesariamente violentos debido al gran peso que tiene la cultura en nuestro comportamiento, pero aun así hay una relación directa).

Esto es solo un ejemplo de cómo podemos estar condicionados por nuestra información genética, que de ser estimulada en determinadas situaciones, nos hace sentir de una forma u otra, cuando no pasar de la sensación a la acción directa.

Ahora son otros tiempos
Actualmente, la mujer está totalmente capacitada para la guerra gracias al armamento moderno (hasta el más 'feminista' de los antropólogos tendría que reconocer que, en tiempos primitivos, dejar la guerra en manos de las hembras de la tribu hubiera equivalido a la extinción de la aldea). Al mismo tiempo, los hombres de hoy pueden perfectamente, en caso la situación familiar se lo permita, quedarse en el hogar con los niños.

Tradicionalmente, salir de casa se ha visto como algo superior a quedarse en ella, por el simple hecho de que lo primero estaba asociado a lo masculino. A todo esto, cazar y pelear, por más que estén condicionados por la inteligencia y no tanto por la fuerza (los seres humanos son más peligrosos que los elefantes), lleva consigo una carga ligada a la brutalidad... Todo lo opuesto al mundo del hogar, donde se gesta la cultura de los seres humanos; su concepto de civilización. ¿Tomando en cuenta esto, cuál actividad sería 'superior' entonces?

En las sociedades modernas no se considera que una actividad sea mejor que la otra (dentro vs. fuera de casa), pues los roles hasta pueden invertirse... Pero negar que hay 'algo' en el ADN, un llamado de la 'selva' cuando, momentáneamente, se cumple con el cliché es, por lo menos, mentirse.

La metáfora del grupo cazador o guerrero puede llevarse a situaciones empresariales o, inclusive, artísticas, pero participar físicamente en experiencias de ese tipo más cercanas a las originales, sublimando las muertes de animales o personas con un gol o una buena jugada colectiva, creo que cumplen con estimular algunas zonas del ADN que no está mal escarbar de vez en cuando. 

Invertir otra concepción, como es la de asociar lo primitivo con lo malo y lo moderno con lo bueno, es una gran experiencia que vale la pena practicar. Estimula.

Francisco Estrada (Barcelona, 29 de agosto de 2011)