Encuestas y estadísticas: la matemática al servicio de la subjetividad

Las nuevas encuestas acercan a los candidatos presidenciales peruanos.
En mi increíble país, el Perú, solo faltan 27 días para que elijamos a un nuevo mandatario. Y, como sabemos de sobra quienes nacimos ahí, en ese lapso puede pasar cualquier cosa. Según la última encuesta difundida ayer por la Pontificia Universidad Católica (a pesar de ese nombre, aunque no lo crean, es una universidad prestigiosa), el ex presidente Alejando Toledo tiene 26,6% (bajando); Keiko Fujimori, 19,3% (estancada); Castañeda Lossio, 17,3% (estancado); Ollanta Humala, 15,5% (subiendo); y Pedro Pablo Kuczynski, 10,6% (subiendo).

¿Y qué conclusión sacaría usted de esto, distinguida empresaria (amo de casa, vagabundo de la calle o rockera existencial, etc.)? Pues el 'gurú' de las encuestas, el sempiterno consultado por los medios de comunicación peruanos, Fernando Tuesta Soldevilla, no tiene vergüenza en soltar una de sus habituales perogrulladas: “(Estos resultados) rompen el equilibrio de los últimos dos meses en los que Toledo, Fujimori y Castañeda concentraban el grueso de las preferencias; y muestra un escenario de incertidumbre para la segunda vuelta”. ¡Bravo! ¿Y la muerte te mata, no?

Sé que cansa hacer un análisis de verdad de las encuestas o que, tal vez, más que cansancio, es mejor no saber ciertas cosas. Lo primero que se debe tener presente es que son un negocio: hace poco, se reveló como la 'respetable' encuestadora peruana CPI difundió distintas estadísticas según el cliente que se las pidió. Con razón una vez escuché en la Universidad de Lima al director de una encuestadora quejándose rabiosamente de que a las universidades peruanas se les haya dado por hacer encuestas. No diré su nombre, porque no me consta con datos verificables que él hace trafa, pero su actitud me pareció sospechosa… aunque no su adorable acento español.

Cómo engañar diciendo la verdad
El objetivo es manipular. Y para explicar mejor mi escepticismo frente a las estadísticas y encuestadoras, utilizaré un ejemplo práctico al alcance de todos: mi esperadísimo regreso al fútbol.

Este viernes 11 de marzo, a las 17:15h, en la misma ciudad desde donde Lionel Messi maravilla al mundo vistiendo los colores del FC Barcelona, volví a jugar al fútbol. La última vez que lo había hecho más o menos en serio, fue en una cancha de cemento (lo de “cemento” es muy amable de mi parte, en realidad más parecía una lija negra). Ahora, 15 años después, estaba sobre césped artificial y con medidas casi reglamentarias.

Salvo en mi tierna infancia, cuando yo era un crack con la pelota, la pubertad (y no las drogas ni el alcohol) me hizo descender a los mismísimos infiernos; deportivamente hablando hasta el día de hoy. Por eso no me quedaba más remedio que hacer de payaso en los partidos, para al menos hacer reír…

Con ese trauma sobre mis espaldas, inexplicablemente, se me dio por hacer un regreso a lo Rocky Balboa. La diferencia es que yo no me preparé adecuadamente para ese ‘come back’. Sin embargo, el saldo es ‘positivo’:

1. Mi equipo metió cinco goles.
2. Yo hice dos pases-gol. Uno, mediante un milimétrico pelotazo desde la zona defensiva de mi equipo hacia la zona defensiva contraria, al mismo estilo de Josep Guardiola cuando era jugador. Y el segundo pase, eludiendo a un rival en el mediocampo mediante un taquito lateral y colocando la pelota entre dos defensas, para que ‘Dani’ avanzara hacia el gol eludiendo a otros rivales. Esta segunda jugada me hizo sentir como Xavi asistiendo a Messi.
3. Además, cuando me tocó ser arquero, evité un gol estirándome desde una esquina del arco a la otra.

Los verdaderos Messi y Xavi.
Las otras estadísticas.
1. Nos metieron 15 goles.
2. Hice otro par de asistencias de gol (para el equipo contrario).
3. Cuando me tocó ser arquero, recibí cinco (o más goles) del otro equipo.
4. Como los toreros que cortan rabo y oreja, casi salgo en hombros... pero porque me lesioné al no estar acostumbrado a correr y frenar violentamente.
5.  Casi siempre, me esquivaron fácilmente.
6.  Y, casi siempre, los de mi equipo evitaban hacerme un pase.

Como se puede ver en este ejemplo práctico, a nivel personal, yo podría usar las estadísticas a mi favor o no. Es solo cuestión de contar lo que conviene: como se hace cotidianamente. Y a nivel macro, como lo hacen los gobiernos dictatoriales o democráticos, da igual.

Otra forma más sutil y elaborada de manipular
Mi alter ego femenino encuestando a una señora aburriéndose.
Como todo estudiante universitario de la clase media-trabajadora-proletaria que se respete, yo hice encuestas para poder darme algunos gustos en esa etapa: desde comprarme una Fender Stratocaster hasta salir con quien me molara en ese momento. Por ello, no solo sé diseñar encuestas sino que, además, entiendo todo su proceso desde el ‘terreno’ hasta el resultado final.

Al grano: si en la pregunta cuatro le dices al encuestado, ¿considera usted la corrupción un problema?, es obvio que éste responderá: “Sí”. Bajo la misma tónica, en la quinta pregunta se le puede inquirir si cree que las matanzas deben ser juzgadas, y en la sexta, si es ético que los familiares de los políticos se beneficien económicamente. Y la séptima pregunta podría ser: “¿Votaría usted por Keiko Fujimori?”. ¿Qué respondería esa persona a pesar de querer votar por ella? Pues que no votará por ella. Así de fácil. 

¿Serías capaz de confesar que votarás por ella?
No sé si a propósito o no, trabajé en decenas de encuestas en las que las preguntas precedentes podían condicionar fuertemente las posteriores respuestas de los encuestados. Y para experimentar, me di cuenta de que, según mi actitud y tono de voz, yo también podía influir en las respuestas.

No digo que las encuestas no sirvan para nada o que sus técnicas de manipulación sean siempre tan grotescas como el ejemplo que he puesto, pero, como mínimo, es saludable tener un poco de suspicacia con ellas. Un análisis más serio que el patético “esto significa que él subió y ella bajo” es lo que me gustaría leer. ¿Acaso somos todos tan idiotas como para que nos tengan que ‘descifrar’ de esa manera una encuesta? ¡Vamos, más curro con las opiniones especializadas y las notas periodísticas sobre encuestas! Por favor...

Francisco Estrada (Barcelona, 14 de marzo de 2011)

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