Ejercer periodismo en el subdesarrollo

El reportero más famoso del mundo, Tintín, en el Perú.
¿Cómo ejercer la dignidad en un contexto como el subdesarrollo? ¿Dentro de un mercado laboral que es apenas un remedo de mercado? ¿Donde la única (y por lo tanto, mejor) alternativa para sobrevivir es someterse a horas extras no remuneradas o sueldos ínfimos? ¿Sin opción a sindicarse, seguro de desempleo, paro ni nada?

Admiro a quienes, a pesar de esas condiciones, hacen valer sus principios, pero, a la vez, no me siento capaz de juzgar a los que se sienten acorralados y no les queda más alternativa que escribir o emitir notas periodísticas como si de fabricar zapatos se tratase. Es decir, sin comprometer principios éticos.

Sí, toda actividad está imbuida de principios éticos, hasta la de hacer zapatos (hay que confeccionarlos bien), pero en el caso del periodismo se comprometen ideales que van más allá de la obligación técnica de ejecutar correctamente un oficio: o sea, de simplemente editar o escribir bien.

A la lamentable gestión económica y social del presidente Alan García durante este quinquenio que culmina –lo cual se ha manifestado en las urnas–, hay que agregarle su permanente injerencia en las redacciones de periódicos y canales de televisión. Eso, más que un rumor, es un hecho demostrable por el despido de periodistas y los lamentables editoriales que quisieron acallar los escándalos de corrupción de este gobierno.

Modus operandi
Esta línea de conducta no se ha visto interrumpida y su más reciente manifestación ha sido el despido de dos periodistas de un canal de TV peruano, quienes denunciaron presiones para apoyar a la candidata Keiko Fujimori. Como se sabe, ella es la carta con la que el presidente Alan García intenta evitar los procesos por corrupción una vez acabe su mandato.

Algo tan evidente para quien apenas tenga la costumbre de leer periódicos y blogs, es una verdad cotidiana y aplastante para el periodista peruano que debe soportar esta realidad y mover sus dedos sobre las teclas del ordenador siguiendo el guión que, desde Palacio de Gobierno, es establecido. En este caso, según denuncian Patricia Montero y José Jara, las presiones venían a través de Martha Meir Miro Quesada (alto cargo del grupo de comunicación más poderoso del Perú, El Comercio) y candidata al congreso por Fujimori padre en el año 2000, cuando la podredumbre del régimen era más que evidente.

Hay egomaniácos como Jaime Bayly, que se jactan de renunciar cada vez que algo no les gusta, pero no todos tienen como él la opción de seguir haciendo programas cutres desde Miami o la República Dominicana. Así que puedo sentir muy cercana la angustia de los periodistas peruanos que se sienten involuntariamente parte de una campaña que vulnera sus principios. Y de los que pueden mantener sus ideales sin alternativas económicas al alcance, pues mis respetos y reverencias.

El nuevo logo del decano, con "k" de "Keiko.
En su libro El pez en el agua, Mario Vargas Llosa cuenta que él no entendía la “hemiplegia moral” (citando a Jean-François Revel) de los intelectuales que se arañaban y rasgaban las vestiduras declarándose socialistas y antiimperialistas, pero actuando de manera totalmente distinta en la práctica: solicitando, recibiendo y muchos literalmente viviendo de “becas, ayudas, bolsas de viaje, comisiones y encargos especiales de fundaciones estadounidenses, y pasado semestres y años académicos en las ‘entrañas del monstruo’ (según la expresión de José Martí) alimentados por la Guggenheim Foundation, la Tinker Foundation, la Mellon Foundation, la Rockefeller Foundation, etc.”.

Luego de reflexionar durante años, el Premio Nobel pudo encontrar una explicación a esta situación: “Entonces entendí una de las expresiones más dramáticas del subdesarrollo. Prácticamente no había manera de que un intelectual de un país como el Perú pudiera trabajar, ganarse la vida, publicar, en cierta forma vivir como intelectual, sin adoptar los gestos revolucionarios, rendir pleitesía a la ideología socialista y demostrar, en sus acciones públicas —sus escritos y su actuación cívica—, que formaba parte de la izquierda”. Cambiando en esta ecuación "intelectuales" por "periodistas" e "izquierda" por "fujimorismo", obtenemos la misma proporción matemática.

Es un hecho que deben haber periodistas del grupo El Comercio que no se sienten manipulados o que, simplemente, están de acuerdo con la “disciplinazación” que se está poniendo en marcha para apoyar la candidatura de Keiko Fujimori. Pero de los que concuerdan con el comunicado del Instituto de Prensa y Sociedad emitido este 20 de abril, donde se denuncia el despido de periodistas que quisieron mantener una línea editorial plural, me imagino cómo sería tomada una renuncia masiva de estos.

No creo que estén dadas las condiciones por los motivos estructurales que afectan a la sociedad peruana, pero si llegara a suceder, se crearía un precedente cuyas consecuencias serían sentidas por décadas y harían pensar a los actuales y futuros propietarios de los medios de comunicación como El Comercio.

Sobre este diario, así como en su historia tuvo gestas democráticas que contribuyeron con la caída de Fujimori en 2001, cabe precisar que también bendijo dictaduras lamentables como las de Manuel Odría. La historia, por cuestión de espacio, solo recordará el actual apoyo a Keiko Fujimori si ésta ganara, añadiendo un episodio más de vergüenza al decano de la prensa peruana.

A todo esto, si una de las razones por las que se temía votar por Ollanta Humala era cómo es que éste se iba a comportar con los medios de comunicación, ya sabemos (para el que sufre de amnesia de la década de los noventa) cuál es la política del fujimorismo al respecto: lo que ahora se vive en el Perú.

Francisco Estrada (Barcelona, 25 de abril de 2011)

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