La importancia del Verbo en Godard... a pesar de las imágenes

Solo hablando se podían entender.
Uno de los mejores inicios literarios que recuerdo es el del Evangelio según San Juan: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y Dios era el Verbo”. Las múltiples posibilidades interpretivas de esta frase son las que le confieren una belleza especial.

Ahora que, gracias a Internet, tengo una biblioteca fabulosa con un solo 'clic' (yendo de una ventana a otra sin un punto fijo, para desesperación de Mario Vargas Llosa), he podido no solo leer los acalorados debates en torno a la correcta traducción de esta frase (hay decenas de versiones) sino a lo que ello conlleva: su gramática original.

Y si la gramática está en juego, todo su sentido también, pues dependiendo de la traducción usada, podríamos concluir, interpretando únicamente a su supuesto autor, San Juan, que existen varios dioses... o solo uno. Y esto es apenas el principio de la confusión.

Sabía yo muy superficialmente que el texto más antiguo sobre este libro estaba escrito en “griego antiguo” (aproximadamente en el 90 D.C.), pero recién ahora me entero con más especificidad que este es una variante conocida como koine (el más popular e internacional en su momento... hace 2000 años). 

Imaginando una mejor traducción
En la intrigante frase aludida, la palabra original para “verbo” o es la griega “logos”. Y, en principio, "logos" no tendría por qué traducirse como “verbo” (la primera traducción al latín se hace un siglo después de redactado el evangelio utilizando “verbum”, que gracias a los tiempos modernos se transformó en “palabra” en las Biblias de hostal). 

Como también sucede actualmente, las palabras, según su contexto y autor, podían tener distintos significados. Y “logos”, en el antiguo griego, podía traducirse como “consciencia”, “conocimiento”, “inteligencia” y hasta “realidad”.

Imaginemos una traducción como “En el principio era el Conocimiento, y el Conocimiento estaba con Dios, y Dios era el Conocimiento”. ¡Eureka! Ahora se entiende mejor, ¿no? ¿O es solo mi idea? O sea, desde un punto de vista judeocristiano, tiene más sentido pensar en que la “sustancia” creadora era un “conocimiento” o “consciencia” indivisible con Dios.

Por lo menos, “conocimiento” o “inteligencia” está más claro que “verbo” o “palabra”, aunque, valgan verdades, una vez que la frase se hace inteligible, esta pierde algo de su encanto; algo de su misteriosa poética. ¿Pero cómo pudo haberse dado, entonces, en la cabeza de alguien esa asociación palabra-verbo-conocimiento-consciencia? 

 
Nunca me había puesto a pensar en ello hasta que, debido a un diálogo recientemente escuchado en una película de Jean Luc Godard, Vibre sa vie (1962), un filósofo de cafetería parisina (en la vida real, el filósofo Brice Parain, especialista en temas del lenguaje) le dice a Nana (Anna Karina) que no se puede distinguir el pensamiento de las palabras que lo expresan. Que la esencia del ser humano es pensar y comunicar y, por lo tanto, se hace necesario aprender a usar las palabras para que estas expresen lo que se quiere decir y hacer.

Para lograrlo, el filósofo dice que es necesario renunciar a la ganancia inmediata del día a día; arriesgarse, equivocarse. Es decir, morir... pero morir a una vida elemental y cotidiana para elevarse a una superior ligada al pensamiento. El filósofo no duda en comparar el silencio con la muerte y a la palabra con la vida. Aprender a usar las palabras es, pues, primero morir y después resucitar... pero advirtiendo que este logro está necesariamente relacionado con no herir ni hacer daño con las palabras.

Por lo tanto, si la palabra o el verbo son el pensamiento (una de las acepciones del “logos” griego), bien podría entenderse aquella traducción al latín hecha cien años después de escrito el evangelio en cuestión. Que luego ciertos teólogos quisieran probar con esta frase que Jesucristo y Dios eran un solo ser, aprovechando que la palabra “verbum” era mucho más proclive a la opalescencia y, por lo tanto, a la libre interpretación (supongo), es otro cuento.

Una de las tantas claves para realizarnos como seres humanos sería el dominio de las palabras para pensar; poderosa herramienta tanto para hacer el bien como el mal, pero poderosa herramienta al fin y al cabo. A través del diálogo introspectivo o colectivo es que pensamos, nos elevamos y podemos dar solución a nuestros problemas individuales como de sociedad. Y sin herir... si un filósofo técnicamente obsesionado con el lenguaje como Parain recomienda esta característica de la palabra, es por algo. A que sí. 

Francisco Estrada (Barcelona, 8 de agosto de 2011) 

6 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=_cpFA68NQnY&feature=related

Unknown dijo...

cuál será el regalo? la naturaleza o la capacidad para contemplarla? cuántos regalos tenemos por ahí regados, ¿no? y para ser procesados, grabados, cantados...

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=9uFjmeWnFZ4

http://www.youtube.com/watch?v=lgDPl6J3lIY

Unknown dijo...

quisiera ser un pez... tra-lalá-tra-lalá...
http://www.youtube.com/watch?v=5s-bNisOBjo

Anónimo dijo...

http://vimeo.com/11908365

Unknown dijo...

http://vimeo.com/6701894