A Mario Vargas Llosa no le gusta Wikileaks. |
Escribo “creo” por la profunda admiración que tengo hacia Mario Vargas Llosa, a quien, parafraseando a Juan el Bautista, “no soy digno de desatar la correa de sus sandalias”. Así de intenso es mi fanatismo hacia el escribidor. Y, por eso mismo, a pesar de que sé que él se ha equivocado opinando sobre los Wikileaks, me pongo de rodillas como una 'groupie' y titulo “creo”.
Vamos, ya sé que no pasaré a refutar la Teoría Cuántica, pero igual tenía que leer en algún lado una objeción sobre su posición en este tema (aunque sea escrita por mí, no importa). Digo esto porque es un tema de actualidad, por la trascendencia del columnista y los conceptos con que él ha tejido sus argumentos.
A pesar de que devoro noticias y opiniones sobre mi país, tanto en la prensa peruana como en las redes sociales, soy consciente de que algo se me debe escapar de vez en cuando. Y supongo que eso me ha pasado con las réplicas al artículo de opinión Lo privado y lo público, aparecido en su columna Piedra de Toque, del diario El País el 16 de enero de 2011.
Si no es así, será que aún estaba muy fresca en la retina de mis compatriotas su reciente consecución del premio Nobel, lo que les hizo atenuar y olvidar aquel desliz. Y también colijo que, cuando el tema o ‘trending topic’ de los Wikileaks estaba en su mayor auge, el autor de Conversación en la Catedral estaba muy ocupado atendiendo a la prensa y, a la vez, redactando el discurso que pronunciaría en Estocolmo, situaciones que deben haber abultado aun más su ya recargada agenda.
Y dice así...
Según Vargas Llosa, Fernando Savater lo convenció. Es más, “ruega encarecidamente” que leamos la columna que el escritor español publicó en la revista Tiempo el 23 de diciembre de 2010. Y pues sí, en ese artículo, Savater es lapidario. Efectivo como él solo… pero a menos que no se hayan leído algunos Wikileaks y solo se recuerden los titulares de la prensa, claro está. A todo esto, también es obvio que, entre los cientos de miles de cables, cada uno de ellos no puede ser un secreto de Estado ni una “gran” revelación. Eso, por simple estadística.
Savater afirma que este asunto es como ver cagar por la cerradura del baño a una persona; sabiendo que todo el mundo caga igual. Y se mofa diciendo que todos los cables contienen obviedades del tipo “Zapatero no sabe manejar la economía española”, lo cual es muy gracioso, pero… ¿Acaso tengo que tomarme el trabajo de escribir acá la lista de Wikileaks que demuestran que Savater miente al decir que todos los cables son una tontería?
Filósofo y escritor Fernando Savater. |
Solo mencionaré uno muy suave: aquel de la Embajada de Estados Unidos en España, donde prácticamente se “quejan” de la incorruptibilidad de los jueces españoles. Que no son influenciables… ¿Es necesario defender la importancia de un cable como este? Si es que ese simple cable no ha bastado para hacer explotar todo en mil pedazos, es porque casi nadie ha leído sobre el tema y, cuando sí, pues porque la mayoría parecemos estar anestesiados en aquello de pasar de la indignación a la acción. Y para hacer más cargamontón contra Savater: ¿El vídeo donde aparecen soldados estadounidenses asesinando desde un helicóptero a civiles iraquíes más a un reportero gráfico… también le parecerá una cojudez? A ver, que se haga un chistecito con eso también, pues.
Luego, Savater compara el derecho a la confidencialidad de una reunión editorial con el derecho a la confidencialidad de la Embajada de Estados Unidos para con su país. Comparación sagaz por parte de Savater, pero cualquier periodista, hasta el más cobarde y desinformado, sabe que si en una redacción de un periódico se escucha al director ordenando un titular diciendo que lo obligan o es un compromiso económico, pues ello trasciende lo privado (o lo confidencial). ¿Tanto le cuesta a Savater distinguir eso?
Por último, Savater afirma que la opinión es confidencial. Y hay que darle la razón, claro, pero mientras no se trate del embajador de Estados Unidos quejándose de la incorruptibilidad de los jueces locales. Según él, confundir el derecho de transparencia con el de gestión es parte de la actual imbecilización social. ¡Ajá! Pues ahora quiero yo ejercer mi derecho a la confidencialidad de mi opinión sobre este último razonamiento de Savater.
Regresando a la Piedra de Toque
Luego del ‘hipervínculo’ propuesto por Vargas Llosa en su columna y regresando a ella, él afirma que Savater “comprueba” que en los Wikileaks prácticamente no hay revelaciones importantes, para de ahí calificarlos de chismografía frivolona, y cebándose mientras cita a Savater con aquello de que el entronizado “derecho a saberlo todo” es parte de la “actual imbecilización social”. ¿Hace falta tomarse la molestia de contradecir esto una vez más? No, pues eso es seguir con el tema Savater, que ya hemos abordado anteriormente.
Vargas Llosa reconoce que el avance tecnológico de los medios de comunicación logra en algo frenar a los regímenes autoritarios, pero, cuando se refiere a Internet, se escandaliza con que los internautas quieran “saberlo y publicarlo todo”. Y sin dar mayores detalles, pasa a lo conceptualmente más interesante de su artículo: que la abolición de lo público y de lo privado podría socavar los “cimientos de la democracia” y provocar un “rudo golpe a la civilización”.
Así de fuerte: ¡Podemos quedarnos sin democracia y poner en jaque a la civilización! Y no solo eso, pues este exhibicionismo informativo podría ser aprovechado por “fuerzas autoritarias” para paralizar instituciones. Cuando Vargas Llosa se refiere a “medios de comunicación”, tiene como referentes a la TV, la radio… cosas con las que él nació o creció. Es más, mientras redactaba su columna, aún Oriente Medio no se sacudía gracias a los ‘tweets’ y ‘posts’ activistas.
Pero vamos a lo interesante: Vargas Llosa es un hombre de retos y de mucho ‘background’ teórico. Y al hablar de lo “público y lo privado” está refiriéndose al derecho romano, donde por primera vez se empezó a debatir en el seno de una ciudadanía consciente de sí misma, qué era privado y qué público en los límites de una ciudad. Y no por algo habla de un “rudo golpe a la civilización” que, como sabemos, tiene su paradigma en Occidente con el Imperio Romano, a su vez fuertemente influido por la cultura helénica. ¡Todo esto puede venirse abajo!
Me pregunto: ¿Qué instituciones y qué sistemas son los que tanto teme que caigan? ¿Qué democracia hay que cuidar? ¿Cuáles son los cimientos que según él deben mantenerse? ¿Los que intenta hacer y deshacer a su antojo el Gobierno estadounidense a través de sus embajadas (en el mejor de los casos, porque ya sabemos de qué otras prácticas hace gala el imperio)?
A fin de cuentas, cabe precisar lo obvio: que lo público y lo privado empezó a gestarse conceptualmente en territorios físicos hace más de dos mil años: la calle, las murallas de la ciudad, las paredes de la casa… ¡Cuando no había ciberespacio! Y no solo eso, en muchos casos prácticos del derecho actual, resulta muy difícil discernir entre ambos planos.
Desde la aparición de la imprenta y, consecuentemente, de la fotografía y de los medios de comunicación, han cambiado estos conceptos constantemente, adecuándose, reinventándose… Y modelando nuestras nociones “naturales” sobre lo público y lo privado, que en realidad son invenciones hechas a la medida de nuestras nuevas realidades.
Familia estadounidense de los años 60. |
Sociólogos, filósofos, abogados, periodistas… son muchos quienes han reflexionado sobre ello, pero aún así hay gente del común que piensa que sus valores son producto de su personalidad y no de la cultura que les ha sido impuesta. Falta de información o de instrucción en esas personas. Y en Vargas Llosa, de las personas más informadas e instruidas, supongo que falta de tiempo para reflexionar sobre el tema, más su irrefrenable vocación a llevar la contraria (así son los genios, aunque como seres humanos, nunca infalibles).
Finalmente, desinformado y seducido por lo que leyó de Savater, Vargas Llosa trae a colación que vivimos en una civilización del espectáculo, donde el periodismo (y la cultura) simplemente “entretienen”, comparando a Wikileaks con un ‘talk show’ y calificando a Julian Assange como “la Oprah Winfrey de la información”. Además, se contradice, porque si fuera cierto que los Wikileaks son solo chismografía, ¿cómo es que podrían surgir guerras sanguinarias “porque nuestros privilegiados contemporáneos se aburren y necesitan diversiones fuertes” (como Wikileaks)?
Oprah recibiendo al matrimonio Obama. |
Un poco de buena frivolidad no hace daño
Hace unos días, un Wikileak reveló en mi país que un “paladín de la democracia” peruana, el periodista y ex ministro Fernando Rospigliosi, se acercó a la Embajada de Estados Unidos para pedir ayuda y ‘bajarse’ al candidato presidencial Ollanta Humala en 2006. Humala es también ahora candidato. Y el que fuera presidente y ex jefe de Rospigliosi en ese entonces compite ahora contra Toledo por la presidencia. ¿Chismografía? ¡Qué a salvo se encuentra Vargas Llosa de la verdadera chismografía! Al parecer, no saber nada de chismografía no es un mérito.
Con todo, cabe resaltar que Vargas Llosa acierta en su columna en dos cosas:
1. Advirtiendo que los Wikileaks pueden terminar generando el efecto contrario: restricciones a la libre expresión y la crítica en las sociedades abiertas, so pretexto de guardar la confidencialidad necesaria en todo Estado.
2. Restándole protagonismo a Julian Assange, "pues tarde o temprano nuestro tiempo lo hubiera creado”.
Eso sí, en todo lo demás, maestro, creo que usted se ha equivocado.
Francisco Estrada (Barcelona, 21 de febrero de 2011)
2 comentarios:
"...además de la voluntad y de la entrega es imprescindible el pensamiento propio, la crítica y la autocrítica, que no hay que ser complaciente con los compañeros ni autoindulgente, que no debe aceptarse nada a libro cerrado, ni olvidarse la dimensión de los afectos para convertir a nadie en una fría máquina de nada" (H. Verbitsky)
http://humanismoyconectividad.wordpress.com/2010/12/07/por-que-se-necesita-wikileaks/
muchas gracias!
;)
Publicar un comentario