Apreciarlo también requiere educación (cultura). |
Desde que el arte
conceptual terminara de pulverizar los principios bajo los cuales se
juzgaba una obra de arte, mucha agua ha corrido bajo el puente. A
partir de aquellos primeros años del siglo XX, no solo se cuestionó
lo que era arte sino hasta quién era artista, cuáles eran las
funciones del espectador, del crítico o del espacio donde se
exhibían las piezas.
Y aquellos
cuestionamientos llevaron a propuestas autodestructivas dentro del
mismo arte conceptual, alcanzando cuotas de holocausto nuclear con el
artista italiano Piero Manzonicomo, cuando en 1961 produjo su célebre
obra Mierda de artista (su caca estaba
envasada en latas, las cuales, por el simple hecho de tener su firma,
ya eran arte). El urinario, de Duchamp, era algo inocente al
lado de estas latas.
Sin embargo, separar la
paja del trigo (la caca del arte) es para nosotros los profanos del arte, aunque parezca difícil de aceptarlo, muy difícil. Las
teorías y citas que pueden sustentar el valor de una obra que en
realidad es caca (literalmente) son lo suficientemente elocuentes
tanto para compradores 'new rich' sedientos de estatus como para los
mismos críticos pensantes que, temerosos de romper con este perverso
sistema (y dejar de comer de las sobras que de arriba caen),
reproducen ideas que están al servicio de intereses únicamente
económicos.
Pero, como no todo lo que
no brilla no es necesariamente caca, es evidente que el arte conceptual, con sus sanos cuestionamientos (todo
cuestionamiento es sano), ha hecho grandes aportes; así estos se hayan prestado para las pillerías de
personajes inescrupulosos.
A pesar de que no es un cuestionamiento novedoso, la idea me la planteó por primera vez un amigo, cuando me aseguró que él pondría el vídeo del partido Italia-Brasil, de 1982, como un loop continuo en el Reina Sofía. Y jugando con esa idea, me puse a pensar en qué otros objetos que no fueron originalmente pensados como arte podrían ser considerados como tales.
Se me vienen muchos a la
mente, pero siguiendo con el vídeo, definitivamente, la pelea
Muhammed Ali vs. George Foreman, de 1974, es uno de los productos
audiovisuales más bellos jamás registrados. La historia detrás (un
Ali musulmán intentando recuperar el trono que el Gobierno estadounidense le
arrebató por negarse a “asesinar a sus hermanos amarillos” en la
guerra contra Vietnam, más la clásica lucha entre juventud y
fortaleza contra experiencia y habilidad) eleva aún más el goce de
estas imágenes (siguiendo la tónica del arte conceptual, donde las
ideas detrás del objeto son tanto o más importantes que el objeto
mismo).
Por otro lado, también
hay registros épicos con historias denigrantes detrás, como los
estéticamente fabulosos retratos de la Alemania nazi realizados por
la cineasta Leni Riefenstahl (en especial, para mi gusto, sus marchas
militares son de lo más impresionante que puede haber). Tenemos para
todos los gustos.
Si bien el deporte en
general es usado por intereses de todo tipo (como los políticos),
esto es algo esencialmente ajeno a lo que se produce en el espacio y
tiempo donde se ejecuta el acto deportivo. Y el menosprecio con que
algunos falsos intelectuales tratan de adornar su supuesta formación
y buen gusto, en realidad demuestra todo lo contrario en ellos (comportarse así es algo tan pobre como denostar el
trabajo de los pescadores artesanales solo para presumir de
refinamiento).
Muchos
poetas y artistas
en general han producido loas a diversos deportes, épicas batallas
deportivas o deportistas en particular. Y, según las reglas ahora
vigentes en el arte, los trabajos audiovisuales que los registran
bien podrían encajar ahí cuando han sido hechos con profesionalidad
y destreza. Es decir, incluyo como parte de la producción artística
a la grabación, edición y montaje de la 'performance' generada en un
cuadrilátero, pista de hielo o campo de fútbol.
Por
si quedan dudas,
invito a ver la pelea de boxeo mencionada párrafos arriba (que era parte
del llamado 'Woodstock Negro' realizado en Zaire, África, festival que se concibió como una reivindicación de los derechos y de la cultura negra
estadounidense). Sí, hay
violencia y todo ello, pero, al menos, es más justa que una corrida
de toros, donde, supuestamente, el toro y su verdugo entran en conjunción
para crear momentos estéticos que llevan a muchos de sus aficionados
a considerarlo arte (obviando la carnicería).
En el caso de la pelea de boxeo aludida, parafraseando a Ali antes de ella, Fraser fue el toro, y Ali, el torero que lo utilizó para crear momentos de belleza. Ali fue plenamente consciente de lo que iba a hacer aquella noche del 30 de octubre de 1974. ¿Surgirán algún día los discursos que eleven este registro a la categoría de arte? Por lo menos, desde mi modesto punto de vista, con el paso del tiempo, tiene muchas posibilidades; más que la Mierda de artista. Por lo menos...
En el caso de la pelea de boxeo aludida, parafraseando a Ali antes de ella, Fraser fue el toro, y Ali, el torero que lo utilizó para crear momentos de belleza. Ali fue plenamente consciente de lo que iba a hacer aquella noche del 30 de octubre de 1974. ¿Surgirán algún día los discursos que eleven este registro a la categoría de arte? Por lo menos, desde mi modesto punto de vista, con el paso del tiempo, tiene muchas posibilidades; más que la Mierda de artista. Por lo menos...
Francisco Estrada, Barcelona, 17 de julio de 2012.
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