Llegué tarde a 'Cisne negro', pero tengo que contarlo...

Mosquita muerta flotando en un lago. 
Jamás he conocido a una bailarina de primer nivel pusilánime. Idiotas, sí. Superficiales, sí. Con mal aliento, también... pero, si nos atenemos a los parámetros normales de 'fuerza' y de 'debilidad' que solemos manejar los simples mortales, nunca me he cruzado con una 'mosquita muerta' como Nina Sayers, la protagonista de la película Cisne negro. ¿Por qué? Pues por una selección natural que en el mundo de la danza es más implacable que en cualquier otra disciplina (pensar en un arte donde uno mismo sea la 'obra de arte' está entre lo más perverso que pueda haber concebido el ser humano).

Para situarnos bien y ser más precisos en este tema es preferible ubicarnos en el mundo del ballet (alusión obligada para la danza, independientemente de que Cisne negro trate específicamente sobre este 'submundo' y cómo puede llegar a atormentar a quienes participan en él). Al grano: las posibilidades de encontrar 'cojuditas' en el ballet se va desvaneciendo conforme se asciende desde los basurales de las aspirantes a cuerpo de baile hasta el podio de la 'prima ballerina assoluta'. En el ballet, las aspirantes suelen ser niñas que van abandonando o no sus sueños conforme la realidad les refriega en la cara los alcances de sus fuerzas físicas y mentales.

Para formar parte de un cuerpo de baile, puede que baste con ser técnicamente impecable... pero aun así se haya nacido en una compañía o ingresado a ella en edad adulta, la competencia es feroz a ese 'bajo' nivel. Ahí, puede darse la situación de que quien está batallando por hacerse un lugar tenga un 'duende' mediocre, algo que, en el peor de los casos, es posible camuflar entre los muchos integrantes de esta sección. El filtro se hace más severo si se asciende a corifeo y de ahí a solista, donde el director (al igual que críticos de danza, mecenas y público especializado) pedirá algo más que simple técnica: hay que interpretar.

Y ni hablar si el reto es ser 'prima ballerina'... pues estamos hablando de la reina madre de las abejas, de una diva a la cual puede olérsele así esté caminando por la calle de incógnita. Ella siempre será el centro de atracción de todas las miradas. Así no sea lo que vulgarmente se dice 'bonita', no es posible ignorar su aura ni evitar percibir algo de ella con la mirada.

Lily, cisne negro natural. 
Y para rematar el supuesto poco verosímil planteamiento del personaje de Nina Sayers, caben ejemplos más cotidianos. Si se escribe o pinta, es posible ser un conejito que, detrás de una coraza de mocos, esconde un fuego abrasador con el cual quema a los demonios que le atormentan. Lo mismo si se es actor o músico, porque se puede ser físicamente una piltrafa como Sammy Davis Junior o Michael Jackson, y al mismo tiempo un cerdo descomunal como Black Francis o el malogrado Marlon Brando. Ejemplos como los anteriores han llegado a la cúspide en sus campos... pero para quien aspire a ser bailarín o bailarina de danza artística (lo más alejado posible del mero entretenimiento), existe la total garantía de que los modelos anteriores serían monigotes perfectos para escupirles en el ojo. Sí, ya sé que hay coreografías para personas poco aptas físicamente, pero su relevancia en la danza de primer nivel aún es mínima.

Sin embargo...
Y sin embargo se mueve, como diría Galileo... El inicial shock que me provocó la actuación de Natalie Portman como Nina Sayers pude luego identificar como un truco narrativo que, dentro de las reglas del cine, era necesario para que la ficción pueda llevar a su público a altas cuotas de emotividad. Así de simple: un recurso técnico que, una vez logré entender, me hizo no solo morder las uñas sino acurrucarme en la cama alzando el culo (de puro pavor, estrés, emoción y una solidaridad psicosomática que me hizo doler hasta el pelo). A todo esto, felizmente que vi la película solo en mi cuarto la semana pasada sin que nadie me observara.

El planteamiento fantástico de los guionistas de Cisne negro (Mark Heyman, Andres Heinz y John J. McLaughlin) es el supuesto caso de que un personaje pusilánime se haya colado como solista en una importante compañía de danza de Estados Unidos (donde están las compañías más importantes del planeta). Se sabe (bueno, algunos lo saben) de los problemas de bulimia y más trastornos que hay dentro del mundo de la danza. Muchas personas que pasan por ahí no solo acaban físicamente deterioradas sino también mentalmente, pues no todas son de hierro (de hecho, ninguna lo es). 

Por ello, que un personaje como Nina Sayers tenga la oportunidad de ser la estrella, la 'prima ballerina' de un afamado ballet, es un punto de partida realmente fantástico (repito por tercera vez invocando al mejor sentido del término: ¡fantástico!). Gracias a esta base temática, el director Darren Aronofsky pudo crear una maravillosa atmósfera como la de Cisne negro, que no es otra atmósfera que la desequilibrada mente de su protagonista.

Los guionistas se sadiquearon, la verdad: pensaron en un personaje bobalicón que, encima, tiene que interpretar 'maldad'... o sea, en buen cristiano, 'feminidad' (lo que toda Eva que se respete debe tener para manipular a Adán; en este caso, el príncipe de El lago de los cisnes). En relación a ello, es muy probable que los guionistas hayan tenido en cuenta de que la mayoría de los bailarines tienen que 'vivir' sus personajes para compensar su falta de madera actoral en el sentido más profesional de la palabra... Como para que Nina Sayers se vuelva loca de remate, ¿verdad? Sobre este tema (la interpretación a manos de bailarines) ya comenté algo en el primer post de este blog.


Ahora es la princesa Leia quien se transforma...
Quien dentro de la trama es la perfecta 'mujer' o 'cisne negro' es Lily, interpretada por la actriz Mila Kunis... Lily no es un nombre gratuito, a mi parecer, pues guarda semejanza con Lilith, la primera mujer creada por Dios, quien, según los textos apócrifos, no se contentó con seducir a Adán sino al mismísimo Creador. Según los mitos, Lilith es ahora un demonio. Y como ya me gustó esto de autolinkearme, sobre este tema de 'negro-negativo' vs. 'blanco-positivo', algo reflexioné en el segundo post de este blog... aunque sin mencionar la relación 'feminidad-negativo' vs. 'masculinidad-positivo', pues el tema que desarrollé era más específico que el de este artículo.

Lily, o Lilith, usa su cuerpo para seducir no solo en el escenario sino fuera de él. Algo que los y las bailarinas profesionales utilizan con mayor precisión de lo normal. Total, su herramienta de trabajo y medio de relacionarse es el cuerpo... Y el utilizarlo sin complejos ni tabúes es mucho más común en el mundo de la danza que fuera de él.

La danza es cruel” decía mi maestra. Y sí que lo es... y por eso mismo, por ese morbo, es que tanto disfruto de ella. Es algo que, a veces, llego a creer mucho más perverso que los toros. Pues si caminar por una pasarela y posar en revistas es jodido (por toda la mierda que hay detrás de esas imágenes), la dificultad se eleva a límites insospechados en la danza. Sé que habrá algunos y algunas que me dirán que se la pasaron pipa haciendo danza y que les pareció un paseo... pero también sé que, quienes me digan eso, son tan intrascendentes como yo en el mundo de la danza. Y es que, sorry... la danza es cruel. 

Francisco Estrada (Barcelona, 18 de julio de 2011)

2 comentarios:

Malivern dijo...

Danzad , danzad malditos , que también ejecutan a las mulas . Aquí , y en Siam . Bailar te acerca sin duda a cualquier lado oscuro , y somos payasos juglares siderales y el bolo gira bajo nuestros pies al precipicio , fijo . Todo esto para decir que me intento sintonizar y no lo veo claro . Mañana quizá Perú no pase por el pelo de una mosca , gran dolor , y el tercer puesto será suyo . Pero me equivoco constantemente , soy un pitoniso muy torpe . Me sale que juega Libman por expulsión del titular y que Perú acaba con nueve. Mucha épica por todos lados . Suerte . ¿ Rubiños será vengado ? No me centro.

Unknown dijo...

pues casi aciertas en todo... jajaja